Era un recién llegado al oficio y Alberto Ramos ya tuvo que lidiar con una disputa con disparos en el antiguo servicio de Urgencias de Ourense. Ocurrió hace dos décadas. La noche del domingo le volvió a suceder. Este vigilante de seguridad desde hace 26 años era objeto de admiración ayer, en las redes sociales, por sus arrestos ante hombres armados. Un vídeo, viral, lo muestra plantándoles cara con valentía y decisión: "No me considero un héroe, mi reacción fue un impulso para evitar que entraran en el complejo. Sí es cierto que a la mañana siguiente en casa, al salir de la ducha, estaba temblando".

A las 23.30 horas, cuando tuvo lugar el tiroteo, el profesional se encontraba en la zona de Urgencias. Por las noches sólo hay dos vigilantes para todo el complejo; ambos desarmados. "Por el sonido intuimos que eran disparos. Subimos y vimos a un coche aparcado junto al kiosco con cuatro individuos apostados disparando a la cristalera de la entrada principal. Al ver que nos acercábamos se dieron a la fuga. Además, oímos gritos y vimos a dos personas heridas a la entrada del complejo. Suerte que la gente al oír la primera detonación se metió para adentro; fue como una escena de película".

Tras forzar la huida de cuatro de los implicados, se dirigió a otro turismo, un Ford Focus, con varios individuos que también disparaban "Los disparos no cesaban, veía que había viandantes y gente que estaba saliendo del centro, así que me fui hacia el otro coche con otros individuos apostados disparando hacia la zona", relata. "Bajad las armas, al suelo", dijo Ramos, con el oficio de un agente de élite. Varias personas llamaban su atención desde el hospital para que no se acercara a los asaltantes. No estaba armado y su único recurso era un móvil. "Quería sacarlo para grabarlos pero no sé si creyeron que podía tener un arma y como no me acordaba, desistieron". "El que me encañonó me dijo que me quitara o me atravesaba".

Alberto aún no había dormido a las 5 de la tarde. Por la mañana acudió a la Comisaría de Policía Nacional para prestar testimonio como testigo de excepción y para participar en una rueda de reconocimiento. Identificó a la persona que lo apuntó y a otro de los detenidos. Él tiene claro su propósito. "Dispararon indiscriminadamente, sin importarles a quién pudieran alcanzar. Uno de ellos quería volver para rematarlos. Yo me puse inconscientemente delante con la intención de que no entrara en el complejo, porque creía que empezarían a tiros y podría pasar la de Dios". El vigilante tiene claro que si los hechos hubieran ocurrido "sólo una hora antes, durante el cambio de turno, esto hubiera sido una carnicería. Fueron 78 casquillos los que se encontraron allí".