Solo tres de los doce empresarios artesanos que hicieron posible el sueño promovido por varias administraciones de convertir la calle Colón en Rúa dos Artesáns para iniciar la auténtica rehabilitación urbanística y social del casco histórico de Ourense mantienen sus locales abiertos. El resto, al igual que otros comercios tradicionales y bares de la zona no incluidos en esta campaña, han ido cerrando sus puertas.

Celia Blanco, una artesana especialista en traje folclórico y tradicional, se ha reconvertido en modista; Carlos, un profesor de Educación Infantil que decidió abrir hace unos años A Bufarda, en calle Colón, para ofrecer esos juguetes tradicionales de antaño cuya única pila son su belleza y la imaginación y Dino Coello, orfebre y especialista en artesanía en plata, son los últimos "mohicanos" de un proyecto de la Rúa dos Artesáns, un intento de recuperación, a través del comercio artesano, del casco viejo de Ourense, del que, puestas las bases entonces desde las distintas administraciones, "nadie se ha vuelto a acordar jamás", se queja Olga Santos, presidenta de la Asociación de Artesáns de Ourense (Adao).

"Algunas de las viviendas que se apuntalaron hace años con hierros para ser restauradas, o para que no se vinieran abajo, siguen igual; no se ha mejorado la iluminación y el casco viejo es ahora un barrio casi deshabitado, en el que la mayoría de las casas están vacías y eso no genera movimientos comerciales, por lo que decir que los que seguimos apostando por la Rúa dos Artesáns lo hacemos por cuestión de resistencia o porque no hay otra cosa", confiesa Dino.

Cuatro mandatos, 6 alcaldes

El proyecto de Rúa dos Artesáns comenzó a materializarse con la reforma de los seis primeros locales en el 2000 y al año siguiente arrancó las rehabilitación de los seis bajos restantes. Colaboraban Xunta, la entonces Caixanova, CEO, Diputación y Concello con subvenciones de algo más de 83.000 euros (unos 50 millones de pesetas de los de entonces) para acometer la reforma de los bajos, con la perspectiva de que pudieran entrar a formar parte del proyecto 20 artesanos en otros tantos locales.

Pero cuatro mandatos municipales, es decir 16 años y seis alcaldes después, "no ha habido inversiones; lo de los locales artesanos funcionó al principio, pero luego todo siguió igual; vino la crisis y todos los apoyos y campañas parecen centrarse en la "milla de oro" del comercio, la zona centro", explica Olga Santos. "Parece que la ciudad llega solo hasta la Plaza Mayor y luego no hay nada".

El problema del desierto demográfico que se ha generado en concreto en esta calle Colón y adyacentes, que iban a ser el nexo de unión de los comercios artesanos, es algo que preocupa especialmente a Dino Coello. "Yo soy de los que aposté por trabajar y vivir aquí, pero si mi negocio sigue adelante es porque trabajo por encargos, mis clientes no son los que pasan por el casco viejo; solo con eso no hubiera podido permanecer".

Si bien las obras de rehabilitación empiezan a ser patentes en otras zonas del casco histórico, en el entorno de calle Colón apenas se ha hecho nada", explica Olga Santos, quien indica que incluso cuando cae la tarde la escasez de luz no invita a atravesar a pie esa calle. Y esto pese a que ya no hay aquellos focos de peligrosidad o marginalidad que estaban asentados allí hace años, reconoce. Pero por no haber, no hay ya ni vecinos en el casco viejo, insisten los comerciantes.

Las dificultades y el alto costo de elaboración de la producción artesana "hace que en este contexto de crisis, nuestro colectivo haya llevado su oficio a la casa en la que vive, para no tener que pagar un segundo local", explica Olga Santos.

Lamenta por tanto que la falta de apoyo al casco histórico echara el cierre al 75 por ciento de aquellos proyectos, pero si el barrio histórico mejora estarían dispuestos a intentarlo de nuevo.