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El cazador acusado de matar a tiros a una yegua y un caballo afirma que él no disparó

La Guardia Civil recogió munición que coincidía con la hallada junto a los animales, pero la defensa cuestiona el atestado -La Fiscalía plantea la alternativa de maltrato o daños

El acusado, Santiago Ramón V.S., ayer, en el banquillo del Penal 1 de Ourense. // Iñaki Osorio

El 16 de octubre de 2010 era día de caza. Aquella tarde, una yegua y un caballo que pastaban en un prado de la localidad de Prada, en el concello de A Veiga, fueron abatidos por seis disparos realizados con rifles. La Fiscalía sostiene que el responsable de esa acción "injustificada" fue Santiago Ramón V. S., juzgado ayer en Ourense. Se enfrenta a un delito de maltrato animal, o alternativamente, a un delito de daños. Si la juez se inclina por este último encaje penal, podría pagar 5.850 euros de multa. El primer ilícito está penado con pena de cárcel y, en este supuesto, el fiscal pide 1 año, así como 3 de inhabilitación especial para el ejercicio de profesión, oficio o comercio relacionada con los animales.

El encausado, un cazador de 44 años, vecino de Carballeda de Valdeorras, admite la posesión de los rifles relacionados con los hechos, que asegura que entregó voluntariamente a la Guardia Civil. Pero su versión es que él no efectuó los disparos que acabaron con la vida de los equinos, valorados en 3.500 euros. Su abogado defensor cuestiona el atestado de la Guardia Civil y la cadena de custodia. Según un agente Santiago Ramón le dijo que había estado cazando el día de los hechos, pero "en ningún momento" en la zona donde se encontraban pastando los caballos.

La marca roja de sus cartuchos

Dos agentes se presentaron en el paraje de A Veiga, después de que el propietario de los caballos descubriera los cadáveres, una semana después de su última visita a las zona. Los dos agentes inspeccionaron la zona. En el arcén de una pista local, a entre 20 y 40 metros de distancia de los animales, localizaron seis casquillos que se encontraban diseminados en grupos de dos.

La Guardia Civil empezó a investigar. Una semana después, en la batida posterior programada en la zona, los agentes se entrevistaron con cazadores para ver si alguno estaba relacionado. Pidieron documentos y que les exhibieran el armamento. Presuntamente, el acusado era el único de más de una veintena de aficionados que poseía cartuchos con una característica marca de color rojo en la parte del fulminante. La misma señal de los casquillos hallados cerca de los equinos. "No es común", afirmó, ayer en el estrado, un guardia.

El acusado sostiene que no entregó munición alguna a los agentes; "si me la cogieron, yo no lo sé". Además, alega que sus dos rifles no pueden realizar 6 disparos seguidos, porque habría que recargar. Los peritos certificaron que la yegua y el caballo fueron abatidos, cada uno, con 3 disparos de distintos rifles. Según la Fiscalía, 3 de munición metálica de percusión central del calibre 30.06 SPRG salieron del rifle de propiedad del acusado, marca SAKO, así como otros 3 tiros más con la misma munición, fueron efectuados con otro rifle del cazador, marca BROWNING, modelo BAR y de idéntico calibre.

Uno de los guardias civiles lo identificó ayer en el juicio como la persona que llevaba la munición, entre los más de 30 miembros de la batida con los que se entrevistaron aquel día de pesquisas. Le llamó la atención porque vestía "un uniforme de campaña de la Guardia Civil".

La defensa llama la atención sobre el hecho de que en el atestado no se recoja qué agente se lo recogió, ni tampoco conste firma del encausado. El mismo guardia, en calidad de testigo, reconoció que pudo haber sido un "error" no dejar esa constancia, "pero como los entregó una muestra de la munición voluntariamente no vimos indispensable que firmara", según su declaración, ayer, en la vista. "Tengo clarísimo que una vez que la pedimos, él entregó munición voluntariamente", reiteró.

La versión de la Guardia Civil no pudo completarse ayer. El agente que hizo la instrucción del atestado estaba citado también como testigo, pero arrastra una baja de larga duración. La juez acordó la celebración de toda la vista, salvo de esa parte. El 20 de mayo tendrá lugar su declaración. Si no puede acudir por su enfermedad, las partes escucharán las conclusiones de su testimonio en fase instructora. Su versión se estima importante.

La yegua, que pesaba 569 kilogramos, recibió un impacto en la parte trasera del maxilar inferior izquierdo, que le produjo un desgarro y separación total ocular y de una porción de carne. Las lesiones no le ocasionaron la muerte inmediata, sino que sufrió una agonía y se arrastró unos 15 metros. Por su parte, el caballo, mayor de dos años y de 456 kilos, recibió el impacto en la zona del cuello, presentando el orificio de entrada en su lado derecho y el de salida en el lado izquierdo.

Al dueño le mataron 2 perros

Las partes también escucharon ayer a los perjudicados, un matrimonio de A Veiga. El marido valoró los animales "entre 3.000 y 4.000 euros", y recalcó que "no molestaban a nadie. Estaban cercados con pastor eléctrico y valla". En el escrito de acusación del ministerio público también se alude a que los gastos de traslado de los cuerpos de los equinos a una planta de tratamiento ascendieron a 351,50 euros.

La defensa preguntó por la posibilidad de que el autor de los disparos que acabaron con los caballos no hubiera sido el acusado, sino algún vecino enemistado con el propietario. El hombre reconoció que, tiempo después, le mataron a dos perros pero aseguró no tener "rencillas" con nadie.

Al comienzo del juicio, la defensa planteó una cuestión previa para pedir que la causa regresara a instrucción, para que un perito particular pudiera examinar los rifles y la munición. El abogado, que puso en duda la independencia de la Guardia Civil, se quejó de una indefensión grave, pero el fiscal se opuso y la juez denegó su petición, tras recordar que tanto el instructor como la Audiencia rechazaron la diligencia porque se solicitó más tarde de lo debido.

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