Esta mujer fuerte en la lucha, y frágil en esos ratos en los que la atenaza la nostalgia, fue durante su etapa "de hombre a la fuerza" , que tuvo que ejercer durante ocho años "para sobrevivir y ayudar a su familia", constructora de pozos, albañil, rudo campesino, tuvo un taller de bicicletas. "Hice de todo, nunca paré, como no paro tampoco aquí, en Barcelona".
Acaba de editar su tercer libro "La primera estrella de la noche" que cuenta la realidad de las mujeres en Afganistán, a través de la vida diaria de su madre, sus hermanas, sus primas. "Abro las puertas de mi casa para que se vea la valentía de las mujeres afganas".
Ahora, en Barcelona y ya casi graduada en Educación Social, se considera "una mujer feliz". Pero en Afganistán la familia es un vínculo amplio que incluye a primos,amigos,vecinos. "Cuando duermo en cama suave por ejemplo, me pregunto ¿mi madre, los míos, dormirán bien allí?; no poder compartir tu felicidad con los que más amas genera mucha impotencia. Por eso es difícil entender lo que siente un refugiado".
