La Catedral de Ourense vivió ayer una de las jornadas más emotivas del calendario católico de la Semana Santa en la capital de As Burgas. Con la celebración de la misa "In Cena Domini" que rememora la última cena de Jesucristo con sus apóstoles arrancan los actos centrales de la pascua empezando por la lección de humildad que éste quiso ofrecer a sus discípulos sabiendo ya que uno de ellos le había traicionado. El lavatorio de pies que protagonizó Jesús antes de la cena simboliza el amor fraterno y esta costumbre se mantiene en la Diócesis de Ourense en la celebración solemne que precede a la procesión con el Santísimo al Monumento, que en el caso de la catedral es la capilla del Santo Cristo, donde se ubica la figura adornada con flores y velas.

La misa comenzó a las cinco de la tarde pero la catedral estaba llena de fieles mucho antes. Todos los bancos del templo estaban ocupados y algunos asistentes tuvieron que permanecer de pie durante la celebración de la misa, que contó con la asistencia de decenas de sacerdotes. La liturgia, presidida por el obispo, Leonardo Lemos, se desarrolló con normalidad pese a que muchos turistas que disfrutan estos días de sus vacaciones en Ourense accedieron a la catedral para visitarla. Algunos se quedaron para asistir a la ceremonia.

Antes del rito del lavatorio se celebró la misa, en la que el obispo puso de relieve el gesto de amor demostrado por Jesucristo cuando lavó los pies a sus discípulos siendo él su maestro. Leonardo Lemos apeló a la empatía, la misericordia y el amor al prójimo como una necesidad imperiosa en una sociedad, dijo, "más enferma que nunca". En referencia a los atentados terroristas en Bruselas, el obispo señaló que "estamos viviendo en una sociedad que necesita más que nunca que se le anuncie la realidad de Jesucristo". Sostiene que las noticias que llegan desde la capital de Europa son "estremecedoras" y mostró, asimismo, su incredulidad ante una situación en la que "instrumentalizando el nombre de Dios se puede atentar contra otros semejantes".

En su homilía, que precedió al lavatorio de pies a doce laicos, once hombres y una mujer, el obispo se preguntó varias veces qué es lo que le ocurre a esta sociedad en la que, indicó alarmado, "existe un porcentaje altísimo de personas que han muerto por suicidio, es decir, que se han quitado su propia vida", en referencia a los datos recogidos en la memoria hecha pública por el Instituto de Medicina Legal de Galicia, Imelga, que revela que la muerte por suicidio en Ourense a lo largo de 2015 casi triplicó al número de víctimas mortales por accidente de tráfico. "No sabemos cuales han sido las causas pero esto nos lleva a preguntarnos si estamos en una sociedad enferma".

Ante esta realidad, el obispo pidió a los allí presentes acoger la palabra de Dios "que se sintetiza en una frase, que nos amemos" y pidió hacerlo "sin crítica, sin censura, sin obstáculos, en la vida cristiana y ordinaria".