Á., de nacionalidad ecuatoriana, necesitaba trabajo. Se rió ante la pregunta de si se consideraba un sicario. Puso un anuncio en una web conocida pero también se ofreció, por curiosidad, en la llamada "Internet Profunda" un subterfugio de la red donde es más factible que prolifere la delincuencia, porque el rastro que queda es menor. Solo buscaba trabajo de cualquier tipo, por necesidad. Pero se acabó atemorizando ante el tenor del encargo que le pedía Sonia Coello. La ourensana le envió varios mensajes con detalles de la víctima, advertencias para no atraer a la Policía y el encargo preciso de acabar con la vida de una o dos personas, para lo que le dio un anticipo de 150 euros. "Me dijo que era una narcotraficante y quería recuperar todo lo que le había quitado una persona". Para ejecutar el asesinato, "me ofreció todo el material para matar y enterrar en un sitio en la frontera con Portugal. Dijo que tenía incluso una bolsa de sosa cáustica para no dejar rastro. Había planeado todo". Así lo manifestó ayer en el juicio, en una intervención por videoconferencia. Aún preocupado, quería que su imagen no se viera. La Audiencia Provincial dispuso un biombo para no tener que cruzar miradas con la acusada.

Al principio, el contacto creyó que se trataba de una broma, cuando dejó de contestar a los correos, la mujer empezó con las amenazas para presionar. "Vio a mi hija y a mi ex en mi perfil de Facebook y sabía incluso el colegio de mi hija. Me amenazó con que aparecería ahogada en el río de Palencia". El falso sicario no quiso "arriesgar más" y desveló todo el encargo a la Policía.