Cuando se trata de acoger en casa y de forma temporal a niños pequeños tutelados por la administración no es muy difícil encontrar hogares. Sin embargo, cuando lo que se busca es una familia que ofrezca este cuidado y seguridad a grupos de hermanos y adolescentes, la situación se complica. Cruz Roja ha hecho un llamamiento para acogimientos permanentes o de larga duración. Mónica Devesa es una de las trabajadoras sociales adscritas a este programa en la provincia de Ourense.
-¿Por qué es más difícil encontrar familias acogedoras para grupos de hermanos o adolescentes?
-Estos siempre son los más complicados. Los domicilios son más pequeños, a veces las familias ya tienen hijos y meter un grupo de hermanos complica mucho, es un reajuste muy grande y son acogimientos a largo plazo por eso tienen más dificultad. De entrada se cree que el perfil de adolescente es muy complicado, que los niños pueden tener más problemas de conducta, cuando no es así. Podemos tener algún caso de alta dificultad y eso también lo comentamos. Pero generalmente los preadolescentes y adolescentes que son derivados a acogimiento son niños que pueden insertarse adecuadamente en una familia. Además parten de una motivación alta porque es algo voluntario. El acogimiento con un niño que puede decidir no es lo mismo que con un niño pequeño al que no se le pregunta. Los adolescentes saben que las alternativas al centro tutelado hasta la mayoría de edad son escasas o casi nulas y cuando les presentamos el programa sienten mucha curiosidad.
-¿Cuándo se plantea el acogimiento permanente?
-Muchos casos son acogimientos de niños y niñas que por algún motivo no han salido en adopción. Se ha intentando desde el servicio de menores trabajar con la familia biológica, hay relación con ella, pero no pueden salir en adopción bien por edad, o bien porque hay mucha relación con la familia de origen, visitas? Además, a partir de los 12 años se les pide consentimiento y si no quieren salir en adopción no salen. ¿Qué pasa? Que si estos niños no pueden volver con su familia biológica solo les queda vivir en un centro. Esto es a largo plazo porque no hay intervención prevista a mínimo plazo, entonces se plantea un acogimiento para que hasta la mayoría de edad puedan tener una situación normalizada.
-¿Existe rechazo por parte de los menores al acogimiento?
-Ese trabajo corresponde al educador del centro tutelado, donde los preparan para el programa si es lo más adecuado para ellos. Si la negativa es absoluta hay que esperar un tiempo y a lo mejor se puede volver a intentar. Puede haber miedo al desconocimiento, pero no suele haber rechazo a la figura del acogimiento. Nosotros vamos, les explicamos y nos escuchan, tienen mucha curiosidad. El problema es cuando les explicamos que ir allí no quiere decir que ya tengamos familias esperando, sino que podemos empezar a buscarlas y que no siempre aparecen.
-¿Cómo se trabaja con las familias dispuestas a acoger?
-Tenemos un curso de formación de 20 horas que tienen que hacer obligatoriamente, además de una entrevista social, otra de motivación y educativa, y una visita al domicilio. Miedos, dudas, temores, siempre hay, es normal en la medida de la responsabilidad que supone. Pero cuando se tienen muchas ganas esto se soluciona con formación y enfoque. Cuando empieza el acogimiento Cruz Roja siempre está al lado, el respaldo de los profesionales es continuo, para cualquier duda o dificultad que tengan estamos las 24 horas. Pero hay que decir que son adolescentes que no han tenido arrope en su vida, que siempre necesitan cariño y atención y esto se lo pone muy fácil a las familias, no hace falta ser pedagogo, ni psicólogo ni trabajador social, solo darles atención, escucharlos y quererlos. Con esto más de la mitad del acogimiento está satisfecho.
