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Un homenaje al puente que hizo ciudad

La Diputación presenta "A Ponte Maior", del historiador Juan Carlos Rivas, el primer gran estudio monográfico sobre esta obra símbolo y "razón de ser" de Ourense

Aspecto del puente con el suelo de grava, en el siglo XIX, y visto desde el barrio pontino. //FdV

El puente que se levantó en el siglo I antes de Cristo para unir las dos orillas del Miño cuando Ourense era poco más que un pueblo en el que llegaron a convivir durante un tiempo el primer asentamiento romano con los últimos pobladores castrexos, ya romanizados, como ocurrió en Castromao, e hizo posible que el pueblo se convirtiera en ciudad, tiene ya su merecido homenaje con la obra "A Ponte Maior: La razón de ser de una ciudad; el puente romano-medieval de Ourense" del topógrafo, investigador y académico ourensano Juan Carlos Rivas Fernández-Xesta (Ourense, 1934).

El libro, editado por la Diputación de Ourense y presentado ayer por el presidente de este organismo provincial, Manuel Baltar, "es sin duda la obra más cuidada que ha editado este gobierno provincial en los últimos tiempos y la más valorada por el Consello de Publicaciones".

Tampoco regateó en elogios el archivero de la catedral de Ourense y experto en arte, Miguel Ángel Rodríguez, quien alabó "la minuciosidad del trabajo de Rivas "por cómo estudia el origen de cada piedra, va siguiendo la cronología del puente; de hecho puede llegar a publicarse otro libro sobre el puente romano pero es muy difícil que pueda añadir algo más a este", señaló.

Para el Miguel Ángel Rodríguez es un libro digno de un puente "que hizo ciudad" y que es la "razón de ser de Ourense", pues sin él y su condición de nexo de unión de la antigua Gallaecia, la evolución de la vieja Auria no habría sido la misma.

A lo largo de medio millar de páginas, acompañadas por planos técnicos y fotografías que recogen aspectos inéditos de la ciudad, entre ellas imágenes rescatadas de un Ourense casi sin urbanizar, el autor consigue rematar este sesudo estudio sobre sobre el Ponte Maior, que "era mi asignatura pendiente como ourensano y como investigador". De hecho Rivas reconoció que "empecé a controlar el puente, y todo lo que le ocurría desde muchos años atrás".

Eso le permite descubrir anécdotas curiosas como "el canal artificial por el que circuló el Barbaña, "que podría ser de época romana", y era el que daba la razón de ser a la que se llamó Ponte Pequena, por la que se aliviaba el agua en las crecidas y evitaba que anegaran con él las fértiles orillas agrícolas del Barbaña y sus aguas, pródigas en pesca sobre todo anguilas.

Pese a las continuas obras para salvar problemas técnicos y daños del puente, Rivas afirma que "al menos dos quintas partes del puente siguen siendo romanas" e incluso uno de los arcos apuntados es de época romana, pues "ellos ya realizaban ese tipo de arcos, que no son de origen estrictamente medieval como se cree", afirmó.

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