"Las puertas estaban siempre abiertas; todos sabían que tratábamos bien a las chicas que venían". Es la declaración del dueño de un club de alterne de A Gudiña, N.M.C.R., que ayer compareció ante el tribunal de la Audiencia como acusado de los delitos de prostitución, detención ilegal e inmigración ilegal. La fiscal pide para él en conjunto una pena de 14 años de prisión. También estaba citada como imputada por estos hechos ocurridos en enero de 2010 la "madame" del establecimiento y expareja sentimental del propietario, A.R.U.V., acusada de prostitución, detención ilegal y amenazas, pero no compareció y se encuentra en paradero desconocido. Para la acusada, de origen dominicano, la fiscal solicita una condena de 9 años y tres meses de cárcel.

La acusación ratificó ayer su escrito de calificación inicial en el que recoge que la mujer que denunció los hechos y que hoy declarará como testigo protegida, ejercía la prostitución "contra su voluntad" en este club y que el dueño "la tenía vigilada en todo momento, no dejándola salir, salvo escasas ocasiones en las que tenía que ir acompañada por alguno de los dos imputados. También señala la fiscal María Isabel Cortés que la mujer fue coaccionada para ejercer la prostitución y que llegó a estar encerrada dos días en los que únicamente le ofrecieron agua.

Un día de febrero, siguiendo con el relato de la acusación, la "madame" comenzó a golpearla, "insultándola, arrojándole una silla y amenazándola con un cuchillo de cocina con el que intentó acuchillarla". La mujer consiguió romper la puerta y escapar del local siendo perseguida por la imputada, si bien finalmente logró abandonar A Gudiña y coger un tren que la llevó a Vigo. Allí siguió recibiendo llamadas del contacto y del acusado "con amenazas de quitarle la casa a su madre en Paraguay y con de muerte hacia ella y su familia".

El acusado negó ayer todos estos hechos y atribuyó la denuncia formulada por la mujer al intento de regularizar su situación de estancia ilegal en España. Negó que las mujeres que trabajaban en su local contrajesen deuda alguna y afirmó que dicho trabajo era voluntario. "Podían entrar y salir cuando querían", recalcó el acusado, de nacionalidad portuguesa. Lo que sí reconoció el imputado es la existencia de una pelea entre la testigo protegida y la que entonces era su pareja sentimental, "pero no se rompió nada, ni había ningún cuchillo", dijo. También aseguró que las dos abandonaron el local sin que fuese necesario romper ninguna puerta como recoge la acusación pública.

La defensa se refirió a los hechos que han llevado a su cliente a sentarse en el banquillo de los acusados como "la típica denuncia" de una persona que se encuentra en situación ilegal ya que es el "flotador al que se puede agarrar" cuando la policía abre un expediente de expulsión. En este sentido, el letrado incidió en que los hechos ocurrieron a principios de 2010 y la mujer no de 2011, cuando fue identificada en un club de Vigo en un control de extranjería.

Los testigos llamados por la defensa afirmaron que las puertas estaban abiertas y que las trabajadoras "entraban y salían cuando querían". El excocinero negó que se hubiese roto la puerta principal, y otro trabajador dijo desconocer si se ejercía control sobre las chicas. Los agentes que actuaron indicaron que la denunciante les relató su periplo y como acabó ejerciendo la prostitución "bajo amenazas y agresiones". El juicio continúa hoy.