Manuel hace acopio, en un carro de mercado, de las ayudas que recibe en la calle; un bocadillo, ropa para mitigar estos días de frío, alguna manta. Se ovilla apoyado en la pared, junto un cartel que da las gracias por anticipado a la generosidad y proyecta sus recuerdos. Tiene dos hijos; una niña, enferma. Natural de la ciudad lusa de Porto y de 61 años, lleva dos en Ourense. Vive solo. Durante el día recorre calles céntricas y espera a la solidaridad, en una esquina. Ayer por la mañana, en el cruce entre Saénz Díez y Samuel Eiján. Cuando anochece, Manuel deja la acera para dormir "en una chabola en Piñor", dice. Sin ninguna pensión, acepta alimentos y solo pide ayudas para comer.

Es un rostro de la urgencia social que se ve en muchas calles de la ciudad; del paradigma de la exclusión presente en toda España. Según los datos del Observatorio de la Realidad social 2014, el último difundido por Cáritas, en Ourense hasta un 1,89 % de una muestra de 1.004 personas atendidas "se encuentra en situación de exclusión severa, en situación de "sin hogar", dependiendo de instituciones públicas y privadas para su alojamiento, o de otras personas que temporalmente le ceden una habitación". Eran 19 del millar de casos del observatorio.

Dijo Nelson Mandela que erradicar la pobreza no es caridad, sino un acto de justicia. Voluntarios, instituciones y entidades luchan a nivel local para que las personas en situación de vulnerabilidad opten a una salida. En la capital de As Burgas hay entre 10 y 15 personas localizadas por Cruz Roja que hacen su vida con regularidad en la calle, y a quienes la organización hace seguimiento. Otras muchas pasan días en la ciudad, de paso desde otras ciudades. Como un vigués que prefirió el anonimato y que ayer pedía limosna en la Avenida das Caldas. "Viajo por todo el norte a pie, me gusta estar a mi aire", dijo a FARO. Algunos duermen en casas abandonadas o chabolas como Manuel, muchos en cajeros. Algunos acceden a ir al albergue municipal -con reglas estipuladas como la prohibición de consumir alcohol-; otros declinan.

El pasado mes de enero, con noches frías aunque no tanto como las de esta semana -el martes, por ejemplo, hubo -1,3 grados de mínima y 16 horas de frío-, la Policía Local buscó ropa de abrigo para un indigente que rechazó la opción del albergue. El hombre estaba casi sin ropa y descalzo, en el interior de un cajero en la Avenida de Pontevedra. Frente a las gélidas temperaturas solo contaba con un edredón. Varios agentes le donaron zapatos, calcetines y unos jerseys.

Godoy: "Nadie desamparado"

"Nunca se deja a nadie desamparado en la calle", subraya la concejala de Servicios Sociales, Sofía Godoy (PP). "Cada caso es muy concreto y en función de eso se trabaja. Siempre que alguien quiera ir al Hogar del Transeúnte, lo tendrá a su disposición; si necesita una comida caliente, los derivamos al comedor de Cáritas". Si el albergue se llena -tiene 20 plazas pero casi nunca está completo-, el Concello costea alojamientos en pensiones u hostales. El ayuntamiento cuenta con ayudas de emergencia, dando prioridad a aquellas personas que "tengan voluntad de salir de su situación y les interese un proceso de inserción socio laboral", según explica la edil. Es extraordinario pero si el caso lo requiere, aunque la estancia máxima en la instalación municipal de acogida es de 3 días, "puede haber personas que pasen semanas si lo necesitan", añade Godoy.

La ayuda social opera con un sistema interconectado, de trabajo en red. Cáritas, con una campaña específica de "Nadie sin Hogar", atendió a 25.000 personas en un año por necesidades de toda índole; 1.350 recibieron sustento en el comedor social y 2.235 se beneficiaron de donaciones del ropero diocesano. Además, la entidad de la Iglesia ofreció cursos de formación de adultos para facilitar la búsqueda de empleo a 589 personas, según la última memoria.

Cruz Roja hace una labor diaria calle a calle. Sus voluntarios recorren de día y noche los emplazamientos de personas sin hogar para conocer sus problemas y atender sus necesidades. Los invitan a acudir a la sede para darles información, les aconsejan que pasen la noche en el albergue o, si prefieren estar solos, reparten bebidas calientes, ropa de abrigo o mantas.

En el programa "Sen Teito" de Cruz Roja Ourense, coordinado por Roberto Álvarez, participan una treintena de voluntarios a lo largo del año, 8 de forma estable. En 2015, hicieron 140 salidas diurnas y 21 nocturnas a puntos de mendicidad, al comedor social, a cajeros o casas abandonadas. En épocas de frío, la atención se intensifica. Los colaboradores dan información a la gente de la calle y un alivio inmediato: bebidas calientes y un "kit de pernocta", con mantas y ropa de abrigo para quien declina la opción del albergue municipal.

El perfil, hombre de 40 a 55

El perfil de las personas sin hogar en Ourense es un hombre, en un 80% de los casos, con edades entre los 40 y 55 años. Cada vez hay más desempleados de larga duración en este colectivo. También pueden ser factores de riesgo una ruptura familiar o un fallecimiento de un ser querido que conduzca a una depresión. Para la mayoría, la soledad es su acompañante. Por eso la conversación desinteresada de los voluntarios anima a algunas personas como un café caliente. Cruz Roja brinda, además, una atención personalizada en su sede, sin necesidad de cita previa, de martes a viernes de 8 a 15 horas y el lunes, a mayores, de 17 a 19.

"Además de cubrir demandas urgentes buscamos que puedan salir de la calle. En el despacho podemos trabajar con ellos en una prestación de cara a un proceso de tener una vivienda. Adaptar a estas personas al mercado laboral es un proceso que puede requerir meses o años. Lo ideal, a nivel nacional, sería disponer de centros de media y larga estancia, asociados a empresas de formación, para trabajar en la inserción", explica Diego Conde, técnico de Cruz Roja Ourense.