Ourense vivió ayer el gran día de los magostos con el tiempo a favor. La jornada festiva en honor al patrón San Martiño amaneció con niebla otoñal pero el sol venció a media mañana dejando una tarde soleada y espléndida para una de las celebraciones tradicionales más arraigadas en la capital. Desde primera hora de la mañana familias enteras, pandillas, asociaciones vecinales y todo tipo de agrupaciones culturales y sociales prepararon la fiesta protagonizada por el fuego y las castañas, pero también por el vino, los chorizos asados, empanadas y churrasco. El magosto es una de las citas más esperadas del otoño y una fiesta en la que se disfruta desde los preparativos hasta el cierre.

Los montes que rodean la capital, especialmente Montealegre y las inmediaciones del Seminario, son el escenario perfecto para esta celebración tradicional y la fiesta de los magostos se aprecia desde cualquier punto de la ciudad por las columnas de humo y los puntos de luz que desprenden las hogueras al ponerse el sol. Los castañeros ambulantes dispuestos por el centro urbano completan la estampa del día festivo.

El día de San Martiño es también el día del magosto oficial que organiza el Concello de Ourense para todos los vecinos y reúne a centenares de personas en torno a una gigantesca hoguera en la que se asan kilos y kilos de castañas. Tras varios años de celebración en la Praza Maior, este año el magosto popular regresó a la Alameda, un espacio mucho más amplio y abierto en el que ayer se reunieron centenares de personas.

El cambio de ubicación era uno de los temas más comentados ayer y fueron muchos los que felicitaron la decisión del gobierno local. "Aunque es un espacio urbano esto se parece más al monte, que es el lugar en el que siempre se celebraron los magostos", explica un joven llamado Martín que acudió a la fiesta acompañando a su padre Antonio. Son los últimos de una cola interminable que serpentea por los jardines de la Alameda hasta llegar al puesto en el que se dispensan castañas, un bocadillo de chorizo asado y un vaso de vino o una botella de agua.

El precio por este pack es simbólico, un euro, pero el sacrificio de una hora y media de espera merece la pena porque aun viendo lo que les espera, los últimos en llegar se mantienen en la fila. "El precio es lo de menos, es una fiesta y ya está, se hace cola y no pasa nada aunque esto ,la verdad, parece el año del hambre", apunta una señora que se incorpora cuando de los 2.000 tíquets que se dispensan ya solo quedan 400. "Es posible que no haya para todos", reconocen desde la organización sorprendidos por la multitud congregada en la Alameda. El Concello encargó para esta fiesta mil kilos de castañas, dos mil chorizos y 300 botellas de vino.

Mientras la cola se mueve a buen ritmo gracias al trabajo en cadena de más de una docena de trabajadores, los niños disfrutan con un circuito de obradoiros y juegos como el pasadizo "castañeiro" en el que tienen que atravesar un túnel para encontrar una castaña, el taller de marionetas o el juego de equilibrio llevando un plato de castañas en la boca.

El grupo "Os Daniñas" animó la espera y los gaiteiros Furafoles realizaron pasacalles. A partir de las siete de la tarde "Os Carunchos" ofrecieron un concierto en el templete a la luz y el calor de la hoguera.