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Un acusado de llevar 3,4 kilos de heroína en un coche alquilado alega que la droga no era suya

El fiscal aprecia "todos los elementos" del delito pero el imputado dice que solo iba a Madrid a una feria de robótica a buscar empleo

El acusado compareció ayer ante el tribunal de la Audiencia . // Brais Lorenzo

Un pontevedrés detenido el 19 de noviembre de 2014 a las 11,30 horas cuando circulaba por la A-52 a su paso por Trasmiras con siete paquetes de heroína bajo el asiento del copiloto declaró ayer ante el tribunal de la Audiencia que ni la droga era suya ni sabía de su existencia. Es la primera versión que ofrece Francisco Javier V.G. sobre los hechos que se le imputan y por los que se enfrenta a una petición de condena de 8 años y 8 meses de prisión, una pena elevada, explica el Ministerio Fiscal, debido a que la droga incautada no solo es una sustancia que causa grave daño a la salud, sino que su peso, 3.408 gramos (de los que más de mil son puros), supera en tres veces la cantidad considerada por el Tribunal Supremo como "de notoria importancia". Solicitó también que se le imponga una multa de 800.000 euros por este delito. La sustancia habría reportado unas ganancias de 222.460 euros, según la estimación pericial y de acuerdo al precio de las dosis en la calle.

El procesado, de 39 años y en prisión provisional desde el día de su detención, se había negado a declarar hasta ayer. Eludió toda responsabilidad sugiriendo que otra persona había puesto la heroína allí y recordó que le pareció raro que en el control de la Guardia Civil los agentes fuesen a buscar directamente al lugar en le que se encontraron los siete paquetes. Su letrado centró su estrategia en el cúmulo de "casualidades" e "incongruencias" que dieron lugar al arresto y solicitó la libre absolución.

En su relato de los hechos, Francisco Javier explicó que el vehículo lo había alquilado esa misma mañana en un concesionario de Mos para viajar a Madrid a una feria de robótica. Es comercial, está en el paro y busca trabajo. Ve una oportunidad en este evento y decide asistir. De camino, en la A-52, pasa por un control de la Guardia Civil, donde le practican un registro y aparecen los siete paquetes de heroína bajo el asiento de al lado. Droga que, asegura, no es suya.

La versión de la acusación pública es totalmente contrapuesta. Primero, se pregunta el fiscal cómo un comercial en búsqueda activa de empleo que emprende un viaje a Madrid para asistir a una feria no lleva un móvil ni una bolsa con ropa en el coche. "Va prácticamente con lo puesto y sin teléfono ¿y si le llaman para un trabajo?", preguntó. Pero además, y amparándose en la descripción del operativo policial que culminó en la detención del acusado, afirma que concurren "todos y cada uno de los elementos" para ser declarado culpable del delito de tráfico de drogas. Su comportamiento, dijo, es "muy habitual" entre quienes realizan los trayectos con estupefacientes, que evitan llevar móviles para ser localizados y toman todas las medidas de precaución para no ser seguido.

Todo comenzó de forma casi casual. Dos agentes de policía de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado, UDYCO, que llevaban meses investigando otra operación realizaban ese día una gestión en el concesionario de Mos cuando llegó el acusado para alquilar un Ford Focus. Su comportamiento les pareció sospechoso porque "parecía estar controlando, miraba de un lado a otro como si buscase posibles medidas de seguridad", según testificó uno de los miembros del operativo. Dado que se trataba de un "conocido" para la policía en los ambientes de trapicheo y tiene algún antecedente policial, los agentes decidieron vigilarlo. No saben hacia donde se dirige y van organizando sobre la marcha un operativo para interceptarlo mediante patrullas en las posibles salidas hacia Portugal, Ourense o A Coruña. "No sabíamos a donde iba", señalaron. Así que se reparten la vigilancia echando mano de los efectivos disponibles en ese momento en todas las unidades. Incluso colaboró la Guardia Civil, que justo esa mañana había montado un control en la autovía.

El acusado conducía de forma "sospechosa" para los agentes, ya que era extremadamente respetuoso con las normas de tráfico, no pasaba de 100-120 kilómetros por hora, y se incorporaba tarde al carril en las salidas supuestamente para detectar si le seguían. Así lo describe el fiscal, que ayer valoró la "brillante" intervención policial que "evitó que esa droga llegase al mercado, pues el daño que iba a producir es muy grande".

La defensa, por su parte, no cree en las casualidades. Sostiene que hay "dudas más que razonables" y "muchas irregularidades concentradas en un solo día". El abogado sugirió que cualquiera podría haber puesto la droga allí ya que, dijo, otros vehículos alquilados en ese concesionario se vieron implicados en delitos de tráfico de drogas. De hecho, insistió en que el coche estuvo seis aparcado al lado de la Comisaría de Ourense "y nadie se molestó en buscarlo". El gerente del concesionario aseguró que tras cada uso se limpian los vehículos y se revisa que no queden objetos perdidos.

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