J. M. P. D., un hombre de 50 años y vecino de Pantón (Lugo), terminó la madrugada de ayer en calabozos. Fue detenido por la Policía Local de Ourense tras negarse a hacer la prueba de alcoholemia, arrojarse al suelo y gritar a los agentes de la autoridad. Le dieron el alto sobre las 4,30 horas de la madrugada porque circulaba a una velocidad anormalmente reducida y además en zig zag. Cuando los agentes se dirigieron a él vieron que era incapaz de verbalizar.

El conductor circulaba por las inmediaciones de la estación de autobuses. Dos municipales se encontraban en la zona de patrulla, realizando labores de prevención de la delincuencia. Cuando circulaban por la calle Río Arnoia observaron un Citröen Xsara que iba muy lento y en zigzag. La patrulla se colocó a su altura y comprobó que el hombre al volante no llevaba el cinturón.

Los policías locales le dieron el alto en la calle San Rosendo ante el riesgo de que el infractor provocara un accidente. Una vez detenido el vehículo, los agentes se aproximaron a la ventanilla del conductor y comprobaron que desprendía un fuerte olor a alcohol, tenía una habla pastosa y no era capaz de verbalizar. Ante los síntomas evidentes de que el hombre podía haber bebido, los municipales requirieron la presencia del equipo de atestados. La Policía Local pidió al infractor que bajase del vehículo para la prueba de alcoholemia. Una vez en el exterior, según el atestado, comenzó a gritar a los agentes. En un momento dado se arrojó al suelo y siguió con la misma actitud. Los municipales lo auxiliaron y le informaron de que incurriría en delito si no realizaba la prueba.

Siguió gritando -varios vecinos se asomaron a las ventanas, sobresaltados- y con negativas, por lo que fue arrestado. La Policía Local asegura que se resistió al arresto e incluso dio varias patadas que los agentes esquivaron. En dependencias policiales volvió a arrojarse el suelo y seguía alterado. Los agentes optaron por llamar a una ambulancia.