El adulto que presuntamente se valió de tres estudiantes menores de edad para robar en pisos de Ourense negó ayer los hechos. La Fiscalía pide para Juan Carlos B. A. 4 años de prisión, ya que lo considera el artífice de un plan que llevó a las estudiantes a sustraer las llaves de compañeras del colegio, aprovechando los recreos, para entrar a robar en sus viviendas a lo largo del curso académico 2011-2012. Abrían las mochilas. El acusado, de 45 años, tío de una de las implicadas, defendió ayer su inocencia en el juicio celebrado en el Penal Número Uno.

Sin embargo, fue señalado por dos de las tres estudiantes, Carolina A. V. y Cristina P. D., ya condenadas porque la justicia para los menores es mucho más ágil. Las dos jóvenes lo incriminaron en el plan delictivo. La primera aseguró que había quedado con él para hacer copias de llaves y que en ocasiones daba consejos sobre cómo proceder en los robos. Se encargaba presuntamente de colocar las joyas y les entregaba un porcentaje del dinero en efectivo.

Otra estudiante, testigo en la causa, lo acusó de amenazar con hacer algo a ella o su familia si no accedía a entregar las llaves de su piso. Solo lo exculpó su sobrina, Leticia N. C., la tercera menor condenada por las sustracciones.

No fue el único con el futuro en manos de la juez. Ayer también se sentaron en el banquillo los tres hombres adultos que vendieron joyas procedentes de los delitos en establecimientos de compro-oro o joyerías. Los tres alegaron que desconocían el origen ilícito de las alhajas. La Fiscalía Provincial les imputa un delito de receptación y solicita una condena de entre un año y año y medio de prisión.

Entre estos últimos acusados está el que fue pareja sentimental de Carolina A. V. durante un año. Miguel C.G., de 23 años de edad. él acudió a establecimientos de venta de oro con joyas que "me decía que eran suyas o regalos de su abuelo. No sabía que eran robadas; confiaba en ella, no iba a ser tan tonto de poner mi DNI", manifestó ayer en la vista. A la acusación no le casa esta versión con el hecho de que las alhajas llevaran inscripciones con nombres de otras personas. Alegó el imputado que él desconocía las identidades de los parientes de su pareja.

Rodrigo M. C., para el que la fiscal pide la pena menor, de 1 año de prisión, fue a vender solo una vez por indicación de una de las tres adolescentes. "Fui por hacer un favor, no sabía que era robado". El tercero de los presuntos receptadores, Santiago M. A., de 36 años, que solo dijo conocer a la misma joven, reprodujo el mismo argumento. "Me dijo que eran de sus padres; no sabía que fueran robadas".

Carolina avaló la versión de su exnovio y los otros acusados. "Les decía que las joyas eran mías, ellos no sabían que eran robadas". A su antigua pareja le dijo "que eran de mi familia para que las vendiera".

Las tres autoras materiales comparecieron ayer en el juicio de los adultos, en calidad de testigos. Cuando ocurrieron los hechos tenían 16 y 17 años. Dos de ellas eran compañeras en el Colegio Divino Maestro y una tercera en el Sexto Instituto. Tras la investigación de la Fiscalía, la juez de Menores las condenó con una pena de entre 24 y 18 meses de libertad vigilada. Sus progenitores se están haciendo cargo de las responsabilidades civiles por las joyas sustraídas.

El jefe de estudios, clave

Cuando las menores quedaron presuntamente con el principal acusado para entregarle el botín, recibieron llamadas del jefe de estudios. La pericia del docente fue fundamental para destapar estos robos con alumnas implicadas.

El funcionario advirtió a las dos estudiantes del centro que se había enterado de su implicación en hurtos -faltaron a clase coincidiendo con la denuncia una estudiante que no encontraba sus llaves-, y las instó a devolver lo sustraído. Incluso se presentaron en el domicilio de algunas de las víctimas para dejar claro que la autoría era suya y que sus compañeras no tenían nada que ver. "Las alumnas me reconocieron los robos y dijeron que había una persona adulta detrás", manifestó el profesor.

Las defensas piden la libre absolución. El abogado de Juan Carlos B. A. subraya que "no entró en ningún domicilio" y ve "inconexas" las versiones de las tres autoras. Las de los presuntos receptadores insistieron en que ninguno conocía el origen delictivo de las piezas que acudieron a vender.