En los dos últimos años han sido noticia varios inventos surgidos en la ciudad como el sistema de Onesailor que permite realizar la maniobra de atraque a una sola persona, el sujetatornillos magnético de la startup viguesa Micaton Ergonomics que dio el salto a los centros comerciales de Francia o la más reciente percha que evita planchar la ropa y que ideó Juan Garrote. Estas son solo algunas de las creaciones más recientes surgidas de la inventiva viguesa, que siempre han abarcado todos los ámbitos de producción, como demuestra el aparato universal de neumotorax desarrollado por Eduardo del Río Santalla ya en 1948, pero que se desmarca de forma particular en los sectores de la náutica y la conserva.

Construcciones Navales P. Freire logró en 1962 la patente de un pescante que ayudaba a colocar en el agua buques pesqueros tipo bou. No era su primera incursión en la protección de diseños, pues a su abundante maquinaria textil sumó en 1953 el reconocimiento para un desecador-purificador de vapor, entre otros proyectos.

Otra de las firmas más activas en el área ha sido Pescanova. En la década de los 80 registró numerosas solicitudes para proteger sus modernos envases. En el año 2000 consiguieron reconocimiento para su cocedero de marisco portátil y no sería hasta 2004 cuando lograron la patente de invención para un producto de patata congelada con menor contenido en almidón y un método concreto para obtenerlo. Una de sus últimas patentes y que mayor repercusión ha tenido fue la de un procedimiento para fabricar una pasta funcional a partir de músculo animal para la elaboración de productos como embutidos, formados y/o análogos reconstituidos. "Se trata de un proceso más económico y ecológico", explican desde la firma.

Los campos explorados por los vigueses no tienen límite. En 1959 Isidro Gómez Escuredo solicitó la patente para su prensa semiautomática para la confección de prótesis dentales y cuatro años antes la firma Hermanos Ventura Villar presentaba un modelo de utilidad para un portaequipajes que facilitaba el traslado de bultos cuando aún nadie había pensado en poner ruedas a las maletas.

De la mente de los vigueses más inquietos han surgido en los últimos setenta años juegos de mesa, muebles plegables aptos para pisos cada vez más pequeños, los primeros pañales ajustables y también novedosos diseños que permitieron adaptar algunas máquinas de los sectores textil y conservero al ámbito doméstico. Industrias P. Freire, domicialida en Bouzas, dedicó grandes esfuerzos durante la segunda mitad del siglo XX a perfeccionar sus máquinas de coser y ya en 1952 solicitó la patente de invención con 20 años de protección para su modelo más ligero y con motor acoplado al que iría introduciendo mejoras en los años sesenta y setenta a través de modelos de utilidad.Ya en 1989, registró ante el Ministerio de Industria un nuevo soporte para sujetar sus máquinas a la mesa de trabajo.

Su concienzuda carrera es solo un ejemplo del trabajo desarrollado en la ciudad por empresas y vecinos anónimos cuyas aportaciones serían hoy la envidia de cualquier multinacional del mueble. En 1949, María del Rosario Barrallo Guzmán solicitaba protección para un mueble plegable de madera que se convertía fácilmente en cama. Un año antes, fue Jesusa Ares Montes quien sorprendía con el registro de un modelo de utilidad para una novedosa maleta de madera, fibra o cuero que al abrirse se convertía en cuna para un bebé ahorrando espacio en casa y facilitando su transporte.

Son muchos los productos actuales a cuyo perfeccionamiento contribuyeron los vigueses. Carlos Barreras, vecino de Colón, registró en 1953 el diseño de un primitivo pañal: "una pieza de algodón u otro tejido de forma similar a un abanico y provisto de dos cintas para sujetarlo al niño" del que han bebido los modernos diseños desechables de celulosa.