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Para que solamente olviden el alzhéimer

La Fundación San Rosendo organiza actividades de estimulación para la memoria de sus residentes, como el "banco de recuerdos" en el que reviven su pasado

Algunos de los participantes del taller junto a Sonia Prado y Mónica Pereiro. // Iñaki Osorio

"De mi infancia lo que más recuerdo es el tren burra", aseguraba Carmen, una vallisoletana de "ochenta y tantos" que vive en la residencia Divino Maestro que la Fundación San Rosendo tiene en un edificio anexo al seminario de la ciudad. "Le llamábamos así porque era extremadamente lento", aseguraba entre risas está interna que junto a otros catorce participaba ayer en el "banco de recuerdos". Un banco que guardará algo mucho más valioso que los ahorros y que cada día el alzhéimer pone en peligro, la memoria y la identidad propias.

Un taller que se celebraba ayer con quince usuarios con motivo del Día Internacional del Alzhéimer. "Recopilamos un poco la historia de cada residente, que está más o menos cognitivamente bien, para que hagan memoria y revivan los recuerdos de su pasado que más les han marcado: como eran sus padres, su lugar de origen, sus trabajos", explicaba Mónica Pereiro, directora de este centro para mayores. "Una experiencia de la que salen historias preciosas y pequeñas anécdotas de esta gente que ha vivido tantas cosas, sobre todo de los que tuvieron que emigrar y vivieron en el extranjero", indicaba la responsable.

Aunque la actividad de ayer era de tipo de grupal, para que los participantes pudiesen compartir sus experiencias vitales con sus compañeros, también se aplicó una de las máximas de este centro para mayores: la personalización. "Nunca obligamos a nadie a realizar una actividad que no le guste o no le apetezca así, mientras unos hablan de como fueron sus vidas, otros leen o hacen pasatiempos que también estimulan sus capacidades", aseguró Mónica Pereiro.

Una técnica, la de la atención individualizada que aseguran es muy eficaz para las etapas más avanzadas de las demencias tipo alzhéimer porque el profesional puede adaptarse mejor a las peculiaridades del enfermo: "Hemos comprobado que es lo que mejor funciona. Así, investigamos, preguntamos a las familias cuáles eran las actividades que más le gustan a cada interno y procuramos facilitárselas, sobre todo los días que notamos que están más nerviosos o inquietos".

Su secreto para que la estancia de los 61 mayores que viven en esta residencia sea "lo más gratificante y feliz posible", concluía Pereiro.

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