José Fernández convive con las abejas desde hace más de treinta años. Hoy sus colmenas suman 80 y están repartidas entre los concellos de Celanova y Verea.

"El verdadero trabajo con las abejas comienza a partir de la primavera, momento el que hay que comprobar el estado sanitario de las colmenas", explicaba este apicultor ourensano. Una vez que se sabe que no les afecta ningún parásito o que no es necesario renovar cera, la atención se centra en la reina. "Una pieza clave que habrá que sustituir en el caso de que se haya hecho mayor y no ponga huevos suficientes", aclaraba.

Después, en la época de floración el "abelleiro" ha de colocar medias alzas en la colmena para que la abeja deposite el néctar que recolecta. La silva y el roble son las principales fuentes para la elaboración de esta sustancia, y si su floración va bien: "Hai que renovar estas alzas semanalmente, si no las llenan, y puede ser que se marchen porque no tienen donde trabajar", aseveraba este experto que es también delegado de AGA en Celanova. Con el mes de agosto llega la recolección: "Los panales aparecen sellados con cera, eso indica que está todo listo". Se cosechará entonces una sustancia que tras diez días de decantación dará lugar a la miel lista para su comercialización.