Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Una provincia en llamas · La agonía del medio rural

El futuro más negro de Cualedro

El peor incendio del verano en Galicia deja sin expectativas a un territorio vencido por el abandono

Las llamas no se aplacaron durante la noche. // Brais Lorenzo

Aun recuerda Francisco Pía cuando en A Xironda, Pedrosa y A Saceda, al pie de la Serra do Larouco, se repartían mil vacas y más de tres mil ovejas. Dice que el paisaje, ahora pintado de negro por el último incendio, antes se cubría de ganado y en las aldeas había "moita facenda de dios". Hoy solo hay una vaca en A Saceda y "unha hortiña" para cada casa, añade Francisco mientras desbroza una de sus fincas.

En este pueblo vive el sospechoso de provocar el mayor incendio del año en Galicia y el tercero más importante de los últimos quince, un pensionista de 83 años que el viernes quedó en libertad con cargos tras declarar en el Juzgado de Verín. El siniestro afectó a cuatro concellos y puso en grave peligro a la población de 22 localidades. Como José Antonio Alonso, de Trasmiras, que fue hospitalizado con quemaduras graves tras verse atrapado por las llamas cuando se dirigía en tractor a salvar su granja.

3.200 hectáreas quemadas en suelo agrícola mayoritariamente abandonado. Es el balance de un fuego que ataca de forma sistemática a un medio rural agonizante. En Cualedro, donde este verano se registraron hasta cinco incendios de más de 20 hectáreas, hay 1.808 habitantes y casi la mitad son jubilados. El año pasado solo nacieron cuatro niños frente a 42 defunciones y la agricultura solo genera 59 afiliaciones a la Seguridad Social. Un conductor de motobomba que repasa la zona afectada por el fuego no encuentra explicación al fuego reiterado: "Aquí arde sobre lo ardido y lo que crece es mala hierba", afirma.

A Saceda, testigo de las primeras llamas del 30 de agosto, no llega a los 50 vecinos, asegura Francisco. "Cuatro pringados", puntualiza Sindo Rivero, "porque no hay trabajo aquí". Sindo tiene propiedades en Cualedro pero vive habitualmente en Barcelona. Acompaña a su sobrino José Antonio Pía que acaba de acomodar un rebaño de 200 ovejas y cabras en la corte. Este joven contiene la emoción y la rabia al contar que un fuego de fuerza descomunal que "cruzou a serra en dez minutos" inutilizó para el pasto unas parcelas en las que acababa de invertir mil euros. Y se quedó sin hierba. "A min esto deixoume afundido", lamenta, "se vexo a quen prendeu o lume mátoo", afirmaba un día antes de saber que el imputado era uno de sus vecinos.

Para Sindo los culpables no son solo los que prenden la mecha. "El mal que tenemos en Galicia es que hay que pedir permisos para todo, no hay apoyos para el campo ni subvenciones para estos rebaños; y si arde como nos pasó aquí, la normativa nos impide pastorear durante dos años en lo quemado". José Antonio ve absurda esa medida porque además, este incendio que volaba abriendo focos secundarios, dejó muchos terrenos semiardidos de forma que para acceder a la finca que no sufrió daños las ovejas tienen que cruzar por suelo quemados: "¿Qué facemos, como lle decimos ás ovellas que cando pasen por aí non coman?", pregunta. Es la duda que también inquieta a Corona, una vecina de Vilela a la que también se le salvaron parcelas a medias. Tiene siete vacas para criar terneros y teme que, además de perder parte del alimento para el ganado, le impongan una sanción por no poder controlar donde come su ganado.

Este es el drama que ha dejado el macroincendio de Cualedro. Los productores no saben que hacer con su cabaña, cómo alimentarla ahora que el fuego se ha llevado los pastos. Dolores Fernández, también vecina de Vilela, una de las aldeas más afectadas de Cualedro, tiene a sus 230 ovejas metidas en la corte porque no puede sacarlas al monte. "Ardeume todo", lamenta, y pide perdón por echarse a llorar. "Ver eses animais aí berrando e non ter que darlles... Terei que vender ¿qué outra cousa podo facer?".

La calma tras el incendio se acompaña en estas aldeas de la Serra do Larouco de una estela de pesimismo y desánimo. "¿Para qué me matei eu a traballar? Pois para comer, nada máis que para comer. Vender e vía, é o que me queda", se indigna José Antonio Pía en A Saceda mientras sus ovejas entran en la corte después de comer unas manzanas que otro vecino esparció por el suelo.

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, anunció el viernes que el gobierno gallego abrirá una línea directa de ayudas a los ganaderos damnificados y les suministrará alimento para la cabaña durante este invierno en función de las necesidades que presente cada explotación. También reforestará las más de 700 hectáreas de superficie estrictamente arbolada que se perdió con el fuego.

Compartir el artículo

stats