Es el cuarto año que Vítor Nieves se encarga de la organización del Outono Fotográfico, el festival de fotografía más importante de Galicia, que este año llega a su XXXIII edición. Este joven ourensano ha hecho de las artes plásticas su forma de vida en un momento en el que la crisis económica ha provocado la disminución de presupuestos y tasaciones. Centrado ahora en la coordinación del evento, Vítor prepara para el próximo año un trabajo sobre documentalismo fotográfico en Galicia.

- ¿Qué puede desvelar sobre la próxima edición del Outono Fotográfico?

-Este año la temática será Periferia. No podemos desvelar todavía a los autores, aunque sí que va a haber grandes exposiciones en la sección oficial, que seguirá en la misma línea que en los últimos cuatro años. Hay otra sección más democrática, el Outono Aberto, y una más pequeña, Historias da fotografía galega, en la que se recuperan trabajos de autores gallegos ya fallecidos. También tenemos abierto el III Premio Galicia de Fotografía Contemporánea, el premio está valorado en 12.000 euros e incluye la producción de una exposición itinerante y la publicación de un libro.

--¿Cómo se consigue la internacionalización de un festival como este?

-Buscando colaboraciones con otros festivales internacionales, acercando proyectos de otros países, y tratamos de movernos por toda Galicia. Invitamos a comisarios; en los últimos años vinieron comisarios estrella, gente que es muy mediática, y otros que no son tan conocidos, pero que son grandes profesionales.

-¿Tienen suficiente financiación?

-El presupuesto es mínimo y a veces ridículo. Nos llega, pero el mayor problema al que se enfrenta el Outono Fotográfico es la magnitud que está cogiendo y el poco presupuesto que hay. Los patrocinios son casi todos de la administración pública y después está la parte de recursos humanos, personas que trabajan muchísimo desinteresadamente. En el staff somos tres personas, es el primer año que somos tan pocos, antes éramos 5 o 6. Trabajamos muchos meses en la programación y es un trabajo que no está remunerado. Para mantener el nivel del Outono Fotográfico esperamos el triple de presupuesto.

--¿De qué exposiciones está más orgulloso?

-Hay muchas. Recuerdo con cariño mi primer trabajo como comisario profesional en 2007, la exposición colectiva Iconos. Otra sería Don't look at my camera, un estudio sobre fotografía escenificada que se mostró en 2013 en el Museu da Imagem en Braga, el museo más importante de fotografía de Portugal. Por último, la pasada edición, trajimos la exposición de Lindsay Morris; un documental fotográfico sobre un campamento para niños en los Estados Unidos especializado en menores que tienen problemas de identidad de género. Es un tema especial y un formato que no es de fácil de consumo; era la primera vez que Lindsay Morris exponía en Europa y fue un éxito de público, tuvo mucha repercusión.

- ¿Qué opina del panorama artístico en la provincia?

- Creo que Ourense tiene un nivel de cultura real que no tienen otras ciudades. como Vigo o A Coruña. Actualmente los artistas pasamos por un momento muy complicado; estamos en crisis y no hay presupuesto.

De mi generación soy de los pocos que se quedó aquí trabajando en lo que me gusta, sobrevivo, pero hago proyectos que diseño yo y me encanta mi trabajo. Aquí hay muchísimas cosas que hacer sin tener que ir a otros países en los que está todo hecho. El Outono Fotográfico reescribe la historia de la fotografía en Galicia, eso en Madrid no lo podría hacer. Viviendo en la comarca de Valdeorras fui director de una galería, en Londres eso no pasaría.