Es un espectáculo sin telón pero no les hace falta. Sería imposible intentar esconder con una cortina tanta vitalidad y tanto colorido. El exotismo que cada año traen a Ourense las Xornadas de Folclore volvió a vibrar en la Praza Maior.

Con el baile como mejor pasaporte llegaban desde México, Georgia, Filipinas, Brasil, Rusia y Taiwan los grupos de danza para la XXXII edición de este festival que trae un pedacito del resto del mundo a la provincia en una gira en la que ya han visitado doce concellos y que ayer llegaba a la capital.

Esta bonita historia llena de música y tradición comenzaba con un desfile que salía del Parque de San Lázaro con la "Compañía Nacional de Danza Folclórica " de México como abanderada de la comitiva, seguidos de los georgianos de la "Folk Dance Ensemble Shavlego", los "Philcas" de Filipinas, el carioca "Grupo Folclórico Aruanda" , los artistas rusos del "Exemplary Choreographic Ensemble Druzhba" y con el "Taiwan Youth Dance Company" cerrando el cortejo. Sonrisas en la cara, elaborados peinados y maquillajes despampanantes adornaron este desfile que avanzó por las calles del Paseo y Lamas Carvajal hasta la Praza Maior donde hicieron temblar con sus taconeos y pasos de baile las tablas del escenario que horas antes, hacia el mediodía, los operarios del Concello se encargaban de colocar bajo la supervisión del director artístico de las Xornadas, Xulio Senra.

La disposición de los artistas se decidía desde la organización "en función de las características de sus espectáculos", explicaba el propio Senra. Así, tres de ellos actuaron en bloques únicos de doce minutos: Georgia, Brasil y Filipinas y los otros fraccionaban su tiempo en dos pases de seis. "Dependiendo del tipo de show que preparan escogieron una opción o la otra, por ejemplo el montaje que presenta los bailarines taiwaneses es imposible de reducir por debajo de los diez minutos, y a veces también necesitan hacer cambios de vestuario ya que interpretan danzas de tipologías diferentes", explicaba Senra.

Los primeros en debutar en el escenario fueron el grupo procedente de Georgia, un país en el que se combinan "los bailes más dulces y sutiles de las mujeres con las danzas guerreras interpretadas por hombres en las que el ritmo es frenético y los movimientos eléctricos". También interpretaron una denominada "de cortejo" que es mixta.

Y atravesando el mundo hacia el oeste llegaron los danzantes de Brasil que bailaron un "maracatú". Según explicaba el director artístico, se trata de "una danza compleja, donde hay ritmo, coreografía y mucho colorido". Y con la música a otra parte el espectáculo viajó hasta Rusia que dividió su actuación en dos pases, el primero centrado en una danza de cosacos y otro con bailarines más estilizados con un estilo "más de academia".

Taiwan y México fueron los siguientes. Los taiwaneses comenzaron con una danza china y cerraron su actuación con otra arborigen. Y desde el país mexicano trajeron una danza azteca para después interpretar un jalisco. Finalizar le tocó a Filipinas con una secuencia de bailes que tienen como protagonistas al Príncipe y la Princesa. "Algo que hay que ver", aseguraba Senra al referirse a este espectáculo en el que los hombres entrechocan palos de bambú y las mujeres dominan el arte de los abanicos.