Tres personas perdieron ayer la vida en la explosión de la pirotecnia Abad, en Berán, Leiro. Las víctimas son el propietario José Antonio Abad Montaña y su esposa Cristina Janeiro Rodríguez, además de otra mujer, novia del hijo del dueño del negocio. La Guardia Civil ha abierto una investigación para esclarecer las causas de este trágico siniestro, que ha conmocionado a toda la comarca de O Ribeiro.

El estallido, que según las primeras hipótesis se habría producido en la caseta de mezclas, se produjo a las 19.50 horas. El estruendo fue de tal magnitud que se escuchó en varias localidades vecinas, e incluso en el municipio próximo de Beade. La central gallega de emergencias movilizó enseguida a los medios y los agentes acordonaron la zona como medida de seguridad ante el peligro de que se produjesen explosiones en cadena. De hecho, hubo que esperar a la llegada de los técnicos del Tedax, especialistas en desactivación de artefactos, para que pudiesen entrar los forenses a identificar los cadáveres.

Al lugar se desplazaron el delegado del Gobierno en Galicia, Santiago Villanueva, y el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda, además de otras autoridades, que lamentaron el terrible suceso que ha afectado a tres miembros de la misma familia y ha dejado al pueblo de Leiro en estado de auténtica "desolación", en palabras del alcalde, Francisco José Fernández Pérez, que convocó un pleno extraordinario a las 23 horas para decretar tres días de luto por una tragedia que ha empañado el comienzo del verano con un "tremenda pena". La pirotecnia Abad es un negocio familiar con amplia tradición en la preparación de fuegos de artificio y estaba presente en las principales fiestas de la contorna. Precisamente, minutos antes de que se registrase la explosión, la comisión de fiestas de San Pedro de Leiro que se acaban de celebrar había estado en la pirotecnia, ya que fue ésta la empresa encargada de tirar los fuegos, un espectáculo muy aplaudido por su originalidad ya que el santo baja por el río en una barca con artificios. Todavía no se ha podido determinar qué cantidad de material había en ese momento en las instalaciones pero los vecinos explicaron que lo habitual por estas fechas es que el polvorín estuviese cargado. El estruendo que provocó la explosión resonó en un radio de más de tres kilómetros y la onda expansiva fue de tal magnitud que sacudió las casas de Beade, a más de tres kilómetros en línea recta desde el polvorín.

El vicepresidente del gobierno gallego, Alfonso Rueda, explicó en el cordón de seguridad que la intervención de los Tedax determinaría qué cantidad de material pirotécnico queda todavía en las instalaciones para, en función de esto, establecer el perímetro de seguridad y permitir la entrada de los forenses para empezar a trabajar en la recuperación de los cadáveres y su identificación.

Tanto Villanueva como Rueda avanzaron que la policía judicial de la Guardia Civil realizará una investigación exhaustiva para determinar las causas de este trágico suceso, calificado como accidente laboral, sin olvidar la atención a los familiares de los fallecidos. A última hora de ayer estaba prevista la llegada del Grupo de Intervención Psicolóxica en Catástrofes, GIPC, para prestar "el correspondiente apoyo y ayudar en este duro trance a los familiares".

Alfonso Rueda destacó que los recursos de emergencias movilizados fueron los "suficientes" y que la actuación fue inmediata desde que se produjo la primera llamada de un particular al 112. A partir de entonces se sucedieron avisos reiterativos, pero todos repitiendo la misma información que el primero. El vicepresidente ha pedido que se deje actuar a los investigadores para conocer las causas del accidente y, sin dejar de avanzar en el esclarecimiento de los hechos, dar prioridad a la atención psicológica a las familias de los fallecidos.

José Antonio Abad, de unos 60 años, es el propietario de la pirotécnica, junto con su mujer, Cristina Janeiro Rodríguez, de unos 40 años de edad. Sus instalaciones, dedicadas a la fabricación de todo tipo de cohetes, fueron construidas hace unos 15 años y según el alcalde, "tenía todo en regla y cumplía los requisitos de distancia de seguridad" a los núcleos de población. También trabajaba en el negocio el hijo del primero, José Abad, novio de la joven fallecida. Este se encontraba también en las instalaciones cuando se produjo la explosión pero resultó ileso e incluso tuvo fortaleza para intentar sofocar con un extintor el fuego que se declaró en el monte. Los primeros en llegar fueron los bomberos de la mancomunidade do Ribeiro, y poco después se fueron sumando cuatro ambulancias de Protección Civil de O Carballiño, Avión y Ribadavia.

El teniente alcalde de Leiro, Ramón Álvarez, destacaba ayer la tristeza que ha dejado en el municipio esta pérdida. "Era gente muy buena y trabajadora". El regidor, Francisco Fernández, no podía contener las lágrimas. También el delegado de la Xunta, Rogelio Martínez, vecino de la comarca, estaba visiblemente afectado.