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Ecologistas alertan de la pérdida de especies autóctonas en el Miño

Un recorrido desde Outariz a Untes buscó aves propias del entorno como la garza, el cormorán o el porrón moñudo

Alberto Rivero, a la izquierda, con los participantes en la ruta por el Miño. // Iñaki Osorio

Extinguidas las especies migratorias como la lamprea o la anguila desde la construcción de los embalses, el río Miño lucha por conservar la fauna y vegetación autóctonas oprimidas por la proliferación de plantas y animales invasores que, en muchos casos, actúan como auténticos depredadores. Una expedición de ecologistas y jóvenes sensibles con el medio ambiente realizó ayer una ruta desde Outariz a Untes siguiendo el curso fluvial para observar aves propias y realizar una llamada de auxilio por la conservación de los humedales. Guiados por el naturalista ourensano Alberto Rivero, los excursionistas se centraron en la observación de las aves propias, buscando las más comunes en esta zona del Miño como el cormorán, la garza, el porrón moñudo, el martín pescador, el merlo acuático e incluso alguna cigüeña, amenazadas por la presencia del visón americano, uno de los depredadores que más problemas causa a esta fauna, mermada por los ataques a la nidificación.

El cauce todavía conserva especies emblemáticas como náyades de río, muy sensibles a los cambios de hábitat pero Alberto Rivero explicó que la presencia cada vez mayor de invasores como la perca americana, la perca sol o la carpa introducidos para la pesca deportiva se han convertido en un "problema", o los cangrejos y galápagos americanos.

También la vegetación se ha visto alterada por la introducción de especies como la hierba tinta, la acacia o la caña americana "totalmente descontrolada".

Alberto Rivero explicó que el Miño a su paso por la capital es una corriente de agua totalmente embalsada con un importante aporte de contaminación por metales pesados procedentes de la minería que llegan fundamentalmente desde el Sil. La canalización tampoco ayuda, ya que favorece las inundaciones y las avenidas.

Por todo esto, y con el dato de que el 65% de los humedales han desaparecido en los últimos 100 años, siendo la desecación de la Lagoa de Antela "el mayor atentado ecológico que sufrido esta provincia", el Aula da Natureza de Oira y Amigos da Terra celebraron ayer esta ruta para fomentar la educación ambiental y "poner la lupa sobre los humedales, vitales en la lucha contra el cambio climático y la sequía".

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