Para enfrentarse a un examen de matemáticas, mejor no comer chicle. Pero si lo que pretendemos es leer y tenemos poco tiempo, goma de mascar a la boca. Para lograr una mayor concentración conviene jugar un rato cada día con la videoconsola, y si lo que se busca además es rendimiento, lo bueno es desayunar cereales ricos en hierro pero acompañados de un zumo de naranja porque la vitamina C favorece su absorción. Así interpretan el mundo a partir de la observación los alumnos de ESO que participan en Galiciencia, la gran fiesta de la ciencia que organiza Tecnópole y en la que desde ayer y durante tres días se exhiben las respuestas a las dudas y curiosidades de los investigadores del futuro. Pequeños genios pero con una gran conciencia medioambiental. Aquí no se tira nada, y mucho menos las virutas de las ceras de colores. "Qué desperdicio", pensó Beltrán Sousa, del colegio Guillelme Brown, cuando vio a su hermana pequeña tirándolas a la basura. Por qué desecharlas si se podrían reutilizar para... fabricar suelas de zapatos y calcetines.

La carpa de la ciencia presenta desde ayer diferentes soluciones a cuestiones tan cotidianas como la dieta. Iago Fernández y Borja Vergara, del IES Ricardo Carballo, se cuestionaron, por ejemplo, la veracidad de las tablas de información nutricional que incluyen los envases de productos alimenticios. "A mí me gusta saber lo que como", dice tajante uno de ellos que por cierto, después de este experimento, ha dejado de consumir determinadas patatas fritas de bolsa: "No es solo que tengan demasiada grasa, es que tienen más de la que dicen", apunta. Su afirmación es objetiva y resultado de una investigación que se expone en Galiciencia: el 11% de contenido en grasa que especifica esa marca de patatas "es en realidad el 26%, algo sorprendente".

Pero no todos los proyectos científicos que se presentan en Galiciencia se basan en la observación, muchos son creaciones que buscan cambiar el mundo y siempre por algo mejor, más económico y más ecológico. Un robot submarino, un freno de seguridad para un carrito de bebé o un prototipo de coche con piezas LEGO que detecta obstáculos. Uno de los que más llaman la atención es la central térmica de hidrógeno ideada por Alexandre Fernández y Álvaro Babarro, alumnos de las Aulas Tecnópole, que apuestan por el hidrógeno como fuente de energía para la producción de electricidad. Su proyecto captó el interés del conselleiro de Industria, Francisco Conde, que ayer visitó la feria y se detuvo con especial curiosidad en este invento. "El hidrógeno es muy calorífico y nada contaminante, el problema es que es un material de difícil almacenamiento por ser muy ligero. Lo que nosotros hacemos es llevarlo al estado líquido", explica Alexandre. Con sosa cáustica y aluminio crearon una pequeña central con la que demostrar que producir electricidad mediante combustión de hidrógeno es posible.

El conselleiro Francisco Conde destacó el ingenio de los escolares, a los que calificó como "los investigadores y emprendedores de la Galicia del futuro". Galiciencia, en la que se pueden ver 64 proyectos de toda la comunidad y Barcelona, "es una apuesta por el talento científico e innovador de los más jóvenes, al tiempo que refuerza el posicionamiento líder de Tecnópole en el ámbito de la divulgación de la ciencia y la innovación", dijo.

En el ámbito más doméstico, Fernando Trujillo y Pablo Vicente del colegio SEK-Atlántico de Pontevedra se preguntaban si el hierro que dicen tener los alimentos es en realidad el metal como lo conocemos y se lanzaron a investigar. Disolvieron cereales en agua hasta lograr una pasta líquida de la que extrajeron minúsculas partículas de metal gris oscuro.

Este año también participan alumnos de Primaria de toda Galicia, que presentan sus proyectos en ediciones especiales.