J.E.F.A., de 39 años, estaba siendo vigilado por su suegro sin saberlo. Trabajaba para él como camarero en una cafetería de Ourense pero el propietario sospechaba que se cometían irregularidades en el establecimiento y decidió contratar los servicios de una agencia privada de detectives para vigilar a su yerno.

Los investigadores colocaron cámaras para observar lo que ocurría y realizaron un seguimiento de la actividad del camarero durante los meses de abril y mayo de 2013. Los hechos revelados destaparon un posible delito de tráfico de drogas por lo que fueron informados a la Policía de Ourense. El acusado se sometió al tribunal de la Audiencia y pactó con las partes una sentencia de conformidad que rebajó la condena propuesta de 6 años y medio de prisión a dos años de cárcel y multa de 2.000 euros.

Los suegros del procesado no estaban equivocados al sospechar. La vigilancia privada constató que el hombre subía al altillo que hay sobre la cocina y que se utiliza de almacén, y una vez allí desenroscaba el soporte metálico de un tubo fluorescente adherido al techo para coger y guardar los envoltorios que previamente manipulaba.

Con estos datos, el grupo de estupefacientes de la Comisaría realizó un registro el 30 de mayo a las 23 horas y localizó en el interior del tubo un paquetito de plástico azul con 19,8 gramos de cocaína valorada en tres mil euros. También se encontró una caja de cartón con bolsas de plástico con orificios redondeados. El acusado fue detenido allí mismo. Tenía en su poder 520 euros en billetes de 20, 10 y 5 euros.

El procesado reconoció que es toxicómano y que la droga era para su consumo, por lo que la tenía allí guardada. Negó el tráfico y finalmente el Ministerio Fiscal retiró la acusación de venta de sustancias estupefacientes en establecimiento público.