Ourense, un horno de día y una nevera de noche. Así lo atestiguan las temperaturas registradas el pasado miércoles, que llegaban a los 31,9 grados en la capital durante las horas centrales del día y caían hasta los 2,6 de madrugada en el municipio de Baltar. Con una oscilación térmica digna de un desierto de más de 29 grados. Mientras en junio algunas zonas de la provincia se encontraban en alerta naranja por temperaturas que alcanzaban unos sofocantes 36 grados, en puntos de la comarca de A Limia como Baltar o Calvos de Randín, los termómetros caían durante la noche por debajo de un grado.

Calvos de Randín, con sus 0,8 grados del pasado 30 de junio, es desde el punto de vista de las temperaturas extremas en verano, el opuesto del concello de Leiro, del que lo separan apenas 100 kilómetros. Si la ciudad de Ourense ya es noticia cada año por los constantes sofocones a los que somete a los valientes que deciden pasar en ella el verano, este concello de la comarca de O Ribeiro se lleva casi siempre la palma, con uno o dos grados más de los que se alcanzan en "la olla ourensana".

El 7 de julio de 2013, este concello registraba una temperatura máxima de 42,2 grados, sólo cuatro décimas más que la cifra más alta de la provincia desde 1954, que se alcanzaba hace 24 años, el 20 de julio de 1990, llegando a los 42, 6.

Todavía estamos en verano, pero en muchos sitios no lo parece. Como en el municipio de Calvos de Randín en la comarca de A Limia y limítrofe con Portugal, donde durante la madrugada de ayer el termómetro no alcanzaba ni los tres grados de temperatura. Lo que para muchos es sorprendente en pleno mes de agosto, para otros, más rodados en el tema, como los meteorólogos de Meteogalicia, es "normal".

"Ya lo dice el refrán, agosto refresca el rostro", comentaba una de las técnicas de la agencia de meteorología, tras explicar que "a estas alturas del verano se han perdido ya muchas horas de día con respecto a la noche, por lo que da más tiempo a que se pierda el calor acumulado, es lo que se conoce como irradiación nocturna".

Concretamente, el tiempo de sol pasa de 15 horas y 21 minutos a finales de junio a 13 horas y 43 minutos en la actualidad. Este hecho, sumado a que el día anterior "dejaba cielos despejados en Calvos" y que la zona está relativamente baja con respecto a lo que la rodea, la Serra do Xurés por ejemplo, lo que provoca que se deposite en ella el aire frío, es el culpable de que no sea "nada raro que en esta zona del interior que además no tiene próximo el efecto suavizador del mar, se registren valores tan bajos a pesar de ser agosto", indicaba.

Calvos de Randín es un claro ejemplo de lo que se conoce por clima continental, con temperaturas muy extremas en las que entre los valores del día y de la noche puede haber diferencias de más de 20 grados, hasta 23,3 en el día de ayer.

Los vecinos están acostumbrados y aseguran que a pesar del frío "aun no hemos encendido la calefacción ni usamos más mantas", comentaba la propietaria del bar Joyma, en Randín. "Que haya temperaturas bajas, sobre todo por la mañana y por la noche es algo normal aquí".

Aún así, la meteorología durante este verano les tiene un poco desconcertados. "Este año está siendo rarísimo, en junio vino una helada que llevó todo, y últimamente todavía nos despertamos con los campos llenos de rocío, no hay quien coja un pimiento y menos un tomate", se quejaba la vecina. Y con motivos, pues el pasado 30 de junio el municipio tiritaba de frío a 0,8 grados centígrados y a mediados de este mes, se quedaban en los 1,2. Y es que la temperatura siberiana de ayer es la más alta de todas las mínimas que han alcanzado este verano, entre las que también hubo días de 1,7 y 1,8 grados durante el pasado mes de julio.

Un tiempo poco apropiadas para las vacaciones de verano, a pesar de que la mayoría de las veces, los vecinos tienen la oportunidad de achicharrase, sobre todo en las horas centrales del día en las que el municipio ha llegado a registrar durante lo que llevamos de este mes de agosto temperaturas de hasta 31, 3 grados.