Tijeras, navajas y todo tipo de utensilios para afeitar y recortar abandonaron ayer las pequeñas barberías de barrio para trabajar al aire libre en la céntrica calle Paseo y reivindicarse ante la sociedad como una profesión artesanal y arraigada que ha sabido reinventarse y sobrevivir a la crisis. Pero además, lo hicieron por una causa solidaria cortando y rasurando para recaudar fondos destinados a la lucha contra el alzhéimer.

Por iniciativa del barbero Pablo Figueiras Pimentel, y en colaboración con la asociación de familiares de enfermos AFAOR, quince profesionales jóvenes procedentes de toda Galicia montaron sus sillones en plena calle para trabajar a demanda del cliente por una tarifa única de 15 euros destinados íntegramente a la asociación. Su aportación altruista se explica en la vocación "social" de todo barbero, según explica Figueiras Pimentel, promotor y propietario de la Barbería Chicho de Ourense, distinguida como Mejor Barbería con Encanto de España en 2013. "Gran parte de los clientes vienen por afinidad, por la conversación y la confianza", explica.

Ayer se propusieron devolver la barbería a su sitio, el reconocimiento social, y demostrar que este negocio clásico tiene relevo generacional y que además se ha reinventado. El encanto que más de cien profesionales le reconocieron a José Pablo está precisamente en haber conservado los sillones y el estilo de la barbería antigua en la que de pequeño aprendió el oficio de su padre. Las nuevas tendencias en moda masculina y la cada vez mayor preocupación de los hombres por su imagen se han puesto de su lado y le han dado un impulso al negocio.

Ayer abrieron la barbería colectiva a plena luz de cuatro a ocho de la tarde y en menos de una hora habían realizado 15 servicios. Muchos acudieron por el reclamo solidario y otros decidieron participar al toparse con la iniciativa en la calle.

Roberto Pico, por ejemplo, no cambia a su barbero de siempre por nada. Ayer por la mañana acudió al negocio y por no esperar se reservó para la tarde y así contribuir con su pequeño grano de arena a la lucha contra el alzhéimer. David es un joven que se estrenó en la barbería, como es lógico, desde que se dejó barba. "Hay que recortarla y eso no es fácil", por eso prefiere ponerse en manos de un profesional.

En Ourense hay en la actualidad 44 barberías y peluquerías de caballero. Pablo Figueiras describe el sector como un ramo plagado de "negocios muy pequeños, empresas unifamiliares con una cartera de clientes básica y un local de siempre con una inversión inicial pequeña". Los barberos "no buscan grandes infraestructuras y se conforman con pocos clientes al día, es un sector en el que se suele trabajar solo y no es fácil encontrar aprendices". La irrupción del barbero joven, explica, "aporta valor añadido, hacemos barbería tradicional pero vamos a cursos, salimos fuera y nos actualizamos en técnicas y estilos. Nos hemos reinventado y queremos que la gente lo sepa", concluye.