Don Juan Carlos y su esposa Sofía firmaron en el Libro de Oro de la Catedral de Ourense el 27 de agosto de 1976. Ni la democracia ni la restauración de la monarquía habían cumplido un año cuando la pareja visitaba por primera y única vez la ciudad de As Burgas y paseaba por la empedrada y atípicamente inclinada Praza Maior. Aunque Doña Sofía volvió en dos ocasiones, tuvieron que pasar treinta años para que, en 2006, el Rey regresase a la provincia para inaugurar el Centro de Procesado Avícola de Coren, en Santa Cruz de Arrabaldo, y reunirse con empresarios gallegos en Leiro.

Los dedos de una mano bastan para enumerar las visitas de Sus Majestades los Reyes de España y el Príncipe de Asturias a Ourense desde aquel joven y fresco paseo de la transición. La primera en volver fue Doña Sofía, que en 1985 visitó el Mosteiro de San Rosendo de Celanova y felicitó por la reforma al párroco Manuel Iglesias. Cinco años más tarde, el 5 de diciembre de 1990, la Reina volvería a la provincia para entregar el premio Europa Nostra a los monjes de Oseira, distinguidos por su trabajo en la rehabilitación del monasterio. De aquella visita trascendió que, además de pan cocido por los monjes, Doña Sofía se había llevado ocho bocadillos de tortilla francesa para comer con la comitiva real en el avión de regreso a Zarzuela.

La siguiente visita real se hizo esperar ocho años más y sería la primera del príncipe Felipe a tierras ourensanas. Un intenso periplo lo llevó el 17 de septiembre de 1998 al Parque Tecnológico de Galicia, al Concello de Ourense donde fue recibido por el entonces alcalde Manuel Cabezas, al Pazo de Vilamarín donde asistió a una actuación de la Real Banda de Gaitas y al centro de investigación de Coren. También Allariz recibió aquel día al heredero que rompió el protocolo para saludar y dar la mano a las personas que se acercaron a verlo. Incluso quiso desplazarse en transporte público hasta el parque industrial de Chorente, donde conoció la innovadora planta de cogeneración que transforma restos de madera en energía.

Don Felipe de Borbón destacaba por aquel entonces la importancia de Ourense en el campo de las artes y las letras y hacía suya la denominación de "Atenas de Galicia" incluyéndola en su discurso institucional en el ayuntamiento.

La segunda y última visita del Rey Juan Carlos a Ourense no se produjo hasta el 15 de julio de 2006, con una diferencia de treinta años respecto a la primera y un marcado carácter empresarial. Esta vez, Ourense protagonizaba la agenda del monarca en un fin de semana dedicado a Galicia. Llegó en helicóptero a las instalaciones de Coren en Santa Cruz desde Ribeira y visitó la planta de procesado en compañía de la Reina, que tuvo que retirarse afectada por las bajas temperaturas. Aquel era un típico día de calor ourensano con temperaturas rondando los 40 grados en el exterior en contraste con los 8 grados en el interior de las instalaciones. Don Juan Carlos escuchó de boca del fundador Eulogio Gómez Franqueira que la razón de ser de esta cooperativa había sido generar empleo en la provincia para acabar con el drama de la emigración.

También fue Don Juan Carlos el que concedió el título de "Real" a la Real Banda de Gaitas de la Diputación dirigida por Foxo, en un acto celebrado en 1993 en Santiago.

Poco después, SS.MM los Reyes de España celebraban una comida con el empresariado gallego en el Mosteiro de San Clodio, Leiro, a la que asistió una importante representación del gobierno gallego representado entonces por el socialista Emilio Pérez Touriño.

El Rey alabó los vinos de Ourense y su capacidad para preservar "de manera ejemplar" la lengua y cultura gallega, destacando las condiciones de la provincia para "afrontar nuevas oportunidades de futuro".

Ese mismo año, el 2 de noviembre, su hijo Felipe volvía a Ourense en un viaje privado para asistir a una cena con autoridades gallegas y miembros del CSIC en el restaurante Adega do Emilio del barrio de A Ponte. Entonces esperaba a su segunda hija y Doña Letizia había decido no viajar. Aquel día, centenares de ourensanos se agolparon para ver de cerca al heredero que en un recorrido de 100 metros se detuvo varias veces para bromear con los niños. Tras la cena, se hospedó en el Mosteiro de Santo Estevo de Ribas de Sil.