Policía, amante del fútbol y activo sindicalista, Roberto González aspira a promover el tipo de cambios, al frente del SUP en Galicia, de los que ansían las bases de los partidos. Límite de mandatos, rendición anual de cuentas a los afiliados, la aprobación de un código ético, seguir trabajando sin liberación completa de horas, "para no perder el contacto con los compañeros" y un no al desmantelamiento cada 4 años de unidades y cúpulas por la simple alternancia de un gobierno.

El ourensano será, salvo sorpresas, el único candidato a relevar a José Freire tras 12 años de este como secretario general del principal sindicato policial (250 afiliados en Ourense, casi el 70 %, y 2.200 en Galicia). Lo decidirán 90 delegados en un congreso que tendrá lugar el 3 y 4 de j unio en Pontevedra. González, que llegó a sentarse en el banquillo por protestar por el expediente a dos compañeros -lo denunció el anterior comisario provincial-, promete seguir defendiendo derechos y criticando reformas con la pancarta. Pero asienta su máxima: la formación como base para que la Policía Nacional mejore.

-¿Qué papel debe jugar el sindicato hoy en día?

-Tenemos que adelantarnos a las demandas, los afiliados requieren cada vez más un sindicalismo de formación sin olvidar la parte reivindicativa. Hay que reinventar las protestas para ser originales y lograr trascendencia. Desde el SUP apostaremos en todo momento por la línea del diálogo, y si el diálogo no funciona, por la denuncia en todos los ámbitos que sea preciso. En la actualidad debemos centrarnos en la ley de personal, que va a cambiar el futuro del cuerpo a corto y medio plazo.

-Esta semana salieron a la calle en Ourense para denunciar esa norma y que se destinen recursos a cambiar nomenclatura o divisas mientras hay carencias de medios.

-Todo ese gasto se podría dedicar a medios materiales para mejorar la labor de la Policía y garantizar su seguridad. Por ejemplo, se denegó por falta de presupuesto la creación de unidades UPR para cubrir actos de seguridad ciudadana de menor entidad como los partidos de fútbol o baloncesto. Servicios que tienen que hacer los funcionarios de seguridad ciudadana por falta de medios suficientes.

-¿Son suficientes los medios materiales de los agentes?

-La situación es muy mala. Hay compañeros que han solicitado botas hace meses y la Jefatura Superior dice que no hay. Se despegan las letras del uniforme, los equipos de transmisiones pierden cobertura, faltan chalecos antibalas... Estaba previsto que llegaran este año 32 unidades a la Comisaría y seguimos a la espera. Además, algunos compañeros tienen que comprar guantes anticorte, de los que ni siquiera hay tallas para todos. También carecemos de un casco y un escudo a cada compañero, por poner otro ejemplo. El material de Comisaría no es suficiente para atender un problema de orden público o una concentración masiva.

-¿Es Ourense una ciudad tranquila, como dicen las estadísticas y subrayan sobre todo los políticos?

-Todo depende de con qué comparemos la criminalidad; si lo hacemos con grandes ciudades es cierto que Ourense es una ciudad tranquila. Bien es cierto que aumentaron mucho, en los últimos dos años, los robos en domicilios y locales. Nos preocupa que vayamos a perder efectivos, por un lado con la jubilación de unos 40 compañeros que ahora tienen entre 55 y 65 años, y por otro con que sigan sin salir plazas para Ourense. Vamos a ir perdiendo efectivos poco a poco y pasaremos dificultades. En una Comisaría con unos 200 funcionarios, solo en un año 20 personas pasaron a segunda actividad o se jubilaron. Y en el concurso general de méritos de escala básica, no se convocó ninguna plaza. A nivel estatal, hay un déficit anual de casi 2.000 agentes. De aquí a pocos años corremos el riesgo de que el servicio en la calle pierda efectivos.

-Se convocaban más de 5.000 plazas al año y ahora son unas 150.

-En torno al 70% de los que se presentan a las pruebas tiene una carrera universitaria y están mejor preparados. Puede haber un poco de frustración en muchos que son trabajadores y tienen vocación policial y no logran acceder por la falta de plazas. Antes quizá eran muchas y ahora son muy escasas. Debería fijarse un mínimo anual.

-El comisario Amable Valcárcel lleva casi un año al frente en Ourense . ¿Cómo valoran su etapa?

-El cambio fue positivo. Mejoramos en muchos aspectos, Amable sobre todo es una persona que busca consenso entre los funcionarios y las organizaciones sindicales. Está haciendo un buen trabajo. Obviamente ser comisario es un cargo algo político y él también está sujeto a veces a decisiones políticas. Ese es uno de los inconvenientes.

-¿Hay mucha injerencia de la política en decisiones policiales?

-Sí. Y cuanto más arriba, más. Cuando cambian los gobiernos se desmantelan equipos y se alteran mil cosas que no deberían. Hace falta más estabilidad y libertad de decisiones, sin estar tan supeditada la acción policial a lo que digan el subdelegado, el delegado y el político de turno. Cuando hay un problema social los políticos usan a la policía como centro de atención y, ante una movilización, por ejemplo, se desvía de lo que realmente es importante como el éxito de las marchas o la reivindicación.

-La impresión de cargas, enfrentamientos y violencia ha crecido. ¿Se actúa bien en estos actos?

-Hay que tener una policía lo más formada posible con los mejores medios materiales para poder afrontar las concentraciones que hay. En Ourense nos denegaron una UPR porque habría que modificar el catálogo. Las manifestaciones deben estar comunicadas para poder hacer una previsión. El problema es que a veces las decisiones son de los políticos, valorando si una carga policial les va a causar a ellos un desgaste. Va a ser el delegado del gobierno o el subdelegado quien decida cargar o desalojar, y tomará esa decisión en función del coste político, pese a que ni están en el lugar ni tienen los conocimientos.

-¿Medallas a la Virgen?

-Los criterios deben ser objetivos y sin cupos. Tuvimos que alegar para que los compañeros que detuvieron al presunto homicida del farmacéutico in situ, evitando una posible fuga y alarma social, puedan recibir una medalla.