"Shin Chan", como el niño jovial de los dibujos japonés, devuelve una mirada cándida tras pasar una noche deambulando por Ribadavia. Tras desangrarse con el pene amputado por la simple razón de dejarse llevar por el instinto. Braulio Maroño lloraba ayer al verlo incorporarse a duras penas de la mesa de operaciones del veterinario después de una cirugía radical de 5 horas. "Me miró cuando llegué y no pude contener las lágrimas", dice el propietario. "No encuentro explicación, tanto a él como a su mujer los consideraba personas excelentes", confiesa sobre el presunto autor de la barbarie. "¿Cómo se te ocurrió semejante salvajada", afirma el propietario que le dijo al supuesto maltratador. "No dio palabra", completa. "Está fastidiado porque incluso se intercambiaron botellas de vino", añade su hijo, que se llama igual. Y en Ribadavia el vino no es un cumplido; vincula.

Braulio, un vecino de Francelos de 70 años, acudió ayer por la mañana al juzgado único de Ribadavia para aportar los informes veterinarios y las facturas que, de momento, cifran en 500 euros el gasto sanitario del animal, a falta de un informe pericial. Su presunto agresor, Enrique D.R., se enfrentará hoy a un juicio rápido por lo penal , después de ser identificado el martes por agentes del servicio del Seprona de la Guardia Civil.

Fuentes del caso vaticinan que el inculpado, un hombre natural de Xinzo de Limia de 52 años que desde hace poco reside en la capital de O Ribeiro, aceptará una condena por un delito de maltrato animal estipulada con pena de seis meses a un año de cárcel. Se conformará, salvo sorpresas, con el escrito de acusación de la Fiscalía y se hará cargo de los gastos.

El presunto agresor amputó el pene del animal con una navaja porque lo vio montando a una perra de raza podenco de su propiedad que estaba en celo. Fue el pasado domingo. Los gritos alertaron a unos vecinos. "Shin Chan" recibió una primera asistencia con productos médicos domésticos y, quizá por el shock, se escapó cuando estaba en casa de regreso y querían dejarlo en la bodega donde se acomoda. Estuvo horas desaparecido, hasta la mañana del lunes. Unos trabajadores lo vieron en una viña y avisaron al dueño.

"En más de 20 años de profesión, nunca había visto una salvajada semejante. Espero que las autoridades y el Seprona sean ejemplares", subraya Emilio Díaz, el veterinario que operó al animal junto a otro profesional y dos ATS en su centro para animales de A Cañiza y ahora lo vigila en su instalación de Ribadavia, la clínica Vilo. "Cuando fuimos a recogerlos estaba en estado de shock y sangraba muchísimo, pudo haber muerto", confirma el especialista. Tuvo que amputar el pene por completo, castrarlo para bloquear el instinto y reconstruir la zona, con una uretrostomía permanente, de modo que el animal pueda orinar. "Ahora parece una hembra", simplifica el veterinario. Díaz se hará cargo del perro mestizo, de diez años de edad, hasta finales de semana para "controlar el dolor, revisar los valores sanguíneos y evitar que la herida se infecte", según explicó ayer.