El obispo, Leonardo Lemos Montanet, confía en que la situación pueda dar "un vuelco" importante, antes de que finalice esta década, para que Ourense se convierta en una de las capitales importantes de Galicia durante la Semana Santa, tras el llamamiento que hizo en ese sentido a las parroquias e integrantes de las cofradías para que se impliquen a fondo en esta celebración. Para lograr este objetivo, "cuenta con una gran riqueza patrimonial e importante imaginería religiosa", en torno a la que se podrían crear nuevas cofradías y procesiones, aunque contempla como primer reto la necesidad de que las existentes logren "mayor implicación y desarrollo". Y no duda en reclamar el apoyo del Concello para realzar esta celebración, que se traducirá en mayor afluencia de gente y dinamismo para la zona.

Leonardo Lemos reconoce que se están haciendo "intentos muy buenos" en O Carballiño, Celanova, Xinzo, Allariz y Verín para recuperar el esplendor de la Semana Santa, por lo que sostiene que Ourense "debe sumarse a esta línea", dando mayor protagonismo a los laicos, para lograr procesiones más multitudinarias, como complemento a las tareas de tipo cultural, social y de solidaridad que desarrollan las cofradías durante todo el año. Cita como ejemplo, las de Santa María Nai, la del Rosario, la del Santo Cristo y la de Os Caladiños, entre otras.

Entre las novedades que está introduciendo el prelado, se encuentran el viacrucis organizado por los jóvenes, que se hizo por el casco antiguo de la ciudad, en torno a la catedral -antes se realizaba desde el Seminario Menor al Mayor- y el pregón de Semana Santa, que ofreció el martes en la iglesia de Santa Eufemia el secretario de la vicaría de Pastoral, Félix Álvarez.

En la jornada de ayer, se celebró la misa crismal, en la que el obispo procedió a la bendición de óleos, que los sacerdotes de la diócesis utilizarán en distintas ceremonias durante todo el año. Participaron en la celebración más de cien párrocos.

Lemos destacó durante su intervención, la importancia de los encuentros de formación permanente, de los retiros mensuales, de los ejercicios espirituales anuales y de las convivencias entre sacerdotes de la zona, que considera imprescindibles. "Si queremos ser sacerdotes del Señor, sacerdotes fieles, alegres y disponibles, ¡no podemos bajar la guardia en esta lucha cotidiana!", concluyó.