29 persianas de plazas de garaje y un muro de hormigón en un barrio de edificios de posguerra, apáticos y construidos de espaldas al Barbaña, conforman la nueva misión de Camilo González y Abraham Caride, dos grafiteros ourensanos que pintan a la luz del día y que se han propuesto humanizar los rincones más grises de la ciudad. Como este de la plaza Pozo do Inferno, en el entorno de la Molinera, un espacio urbano deprimido que necesitaba color.

La idea partió del presidente de la asociación de vecinos de As Camelias, Eladio Pérez Reinoso, que convenció a la concejala de Participación Cidadá, María Devesa, que a su vez accedió a apoyar el proyecto. Pero tirando del hilo, en los inicios está Miguel Doval, del colectivo sociocultural Anacos da Cidade, que ha impulsado el arte callejero en la ciudad de As Burgas y ha sacado de la oscuridad a algunos de sus autores.

Camilo González, de 33 años y grafitero desde 1994, le menciona varias veces mientras cuenta que la primera vez que cobró por rellenar una pared llevaba seis años pintando en la sombra. "El grafiti puro son las letras, tu nombre en un muro y que nadie te vea, lo que hacemos por encargo es spray para dar vida y color a lugares fríos y olvidados", explica Camilo, cuyo nombre firma murales en colegios, locales vecinales y muros urbanos de la capital.

En la misión de humanizar las traseras del Barbaña en As Camelias le acompaña Abraham Caride, de 28 años, que desde hace una década también rellena paredes, dice, sin que le tachen de delincuente. "La desconfianza es parte del grafiti, cuando apareces en un espacio para pintar por encargo lo primero que hacen los vecinos es llamar a la policía y después preguntan. Nosotros nos reímos porque sabemos que al final les acaba gustando", explica. También en As Camelias algunos vecinos les miraron raro cuando hace una semana aparecieron cargados de aerosoles.

Con el permiso de los propietarios han empezado a pintar las persianas. Una decena de 29 ya están rematadas, lo que ha creado un nuevo paisaje en este rincón del Barbaña. El diseño es libre pero enmarcado en una triple temática: paisaje, gastronomía y personajes, preferiblemente gallegos y en particular ourensanos. Los vecinos también aportan ideas y de momento ya se han instalado en la plaza Vicente Risco, Otero Pedrayo, Los Suaves, un pulpo, una mariscada, un chuletón o un paisaje rural por el que desviar la atención en los paseos urbanos.

Todavía queda trabajo para dos semanas y la idea provisional para el muro final es la Santa Compaña, un boceto todavía en la mente de Camilo que aun puede sufrir variaciones.