Manuel Márquez tiene 58 años y se operó de la columna hace cinco años, pero el material se infectó. Se lo intentaron limpiar, pero no fue posible y se desencadenó una lesión medular. Hace dos meses que lo ingresaron en la unidad especializada del Chuac. "En las piernas tengo movilidad, así que tenemos esperanzas", señala. Se pasa de lunes a jueves sin compañía de sus familiares o allegados, pero se considera "afortunado" porque el finde semana puede salir del hospital y viajar hasta su ciudad, Pontevedra, donde viven su mujer y su hijo.

"La distancia se lleva mal, pero hay que tratar de ser optimistas", explica y señala que "no todo el mundo lo consigue". El viernes es el día más esperado, cuando llega su esposa a A Coruña para llevárselo a casa. "Para allí vamos en tren y, a la vuelta, venimos en coche", describe. El gasto es "importante", pero se siente agraciado porque ha presenciado situaciones muy complicadas. "Hay casos en los que la gente lo pasa muy mal. Dicen que se han hecho visibles ahora con la crisis", explica y relata cómo los familiares intentan quedarse a dormir en el hospital.

Manuel Márquez, al igual que muchos de los consultados, hace hincapié en que no tiene ninguna pega a la atención que recibe por parte de los profesionales del Chuac y destaca que el problema está en que el sur se ha quedado desatendido. "Querría no estar tan lejos de mi casa y de los míos, solo eso", puntualiza.

Entre los casi 17.000 apoyos que la petición para crear una unidad de lesionados medulares en el nuevo hospital de Vigo ya ha obtenido en solo once días, figuran muchos pacientes o familiares residentes en el sur de Galicia. A continuación, se extraen algunas de las razones que han alegado en Change. org al sumarse a la campaña ciudadana.