Pablo Chiapella, (Valencia, 1976), presentó ayer en el Auditorio de Ourense su monólogo "Sí, soy el señor", en el que prefirió no meterse en los "terrenos pantanosos" de la actualidad política de As Burgas, para centrarse en una "visión surrealista de mis relaciones con amigos, el trabajo, la familia, la pareja...".

-¿Por qué funcionan tan bien los monólogos sobre algo tan cotidiano?

-Todo el mundo ha tenido, tuvo o va a tener pareja, así que me imagino que todo el mundo se siente identificado. Es cierto que está muy manido pero si encuentras un punto por explotar puede volver a sorprenderte y a ser divertido. También hablo del pasado, de los vicios que se van perdiendo, del fumar, el beber? Una miscelánea de historias.

-¿Qué está ocurriendo para que cada vez haya más actores en los escenarios haciendo monólogo?

-Tal y como está el mundo del teatro, lo complicado que es levantar obras con más de dos personajes, y lo que le cuesta a los ayuntamientos poder pagar los cachés de compañías de 4 o 5 actores... Al final el recurso más fácil es que cada uno se levante su espectáculo, que en definitiva es una pantalla, un micro y un individuo. He intentado montar cosas de más personajes y me las he visto bastante difíciles. Además, en mi caso, tenía una espinita clavada porque lo primero que quise hacer cuando llegué a Madrid hace 15 años fue Stand up, pero no lo hice porque me metí en la interpretación.

-¿Le augura larga vida a este formato?

-Yo creo que sí, tendrá épocas de más y menos moda, pero es un esquema muy sencillo donde la gente se siente muy identificada, y sobro todo tiene la facilidad de la estructura: 20 o 30 personas con ganas de reír y un micro. Lo puedes ubicar en cualquier sitio.

-Su personaje en "La que se avecina" también aparece en el espectáculo. Después de ocho temporadas siendo Amador Rivas, ¿puede hacer vida normal?

-Jajaja. Lo intento pero es verdad que tengo que ir calzado con una gorra, gafas... ¡y no me pongo un bigote de broma de milagro!

-¿Estar a ese nivel de popularidad le exige a uno ser gracioso todo el día?

-No te creas, yo no, porque no puede ser. No me exijo algo que es imposible. Amador es mi trabajo y yo voy allí y pico como todo el mundo y cuando termino soy lo gracioso que he sido siempre. No me lo exijo por haber sido o hecho Amador. Ser gracioso en todos los momentos es imposible y es una presión a la que no estoy dispuesto a someterme, prefiero ser yo mismo que intentar ser el gracioso del grupo todo el rato.