Carmen Gómez y otras dos mujeres de la pequeña aldea de A Regueira Grande, en Vilamarín, hicieron noche al raso en unas hamacas frente a un horizonte de llamas y ceniza. Ayer a mediodía, los habituales -dos familias viven todo el año- y los parientes que vuelven en agosto, recapitulaban tras una noche infernal. "Hay que tener muy poca ética para plantar justo al lado de los pueblos", decía un grupo de mujeres en el tanque comunal, donde varias sulfatadoras se alineaban, llenas de agua, por si el fuego regresa.

Un frente virulento que escaló pinos de más de diez metros, atravesó riachuelos, pistas y carreteras y rodeó el pueblo, espoleado por vientos "espantosos", sembró el pánico hasta la madrugada. No se produjeron desalojos ni se decretó el Nivel 1 -en Portamieiro los vecinos estaban en funerales o de viaje- pero la preocupación rondó tres parroquias sitiadas entre Cea y Vilamarín. En A Pena las llamas se aproximaron a un iglesia; Portamieiro, donde el fuego se quedó en el mismo umbral de una vivienda; y Toubes, en la que la máquina bulldozer frenó el avance en dirección a las viviendas. "La carretera hacía de cortafuego, pero temíamos que las llamas saltaran", señalaba una mujer de A Pena. Pasaron "toda la noche en vela", dijo a EP. También se vio amenazada una nave en el lugar de Rosal de Reádigos. No constan daños en propiedades ni servicios básicos. "Nuestras casas son antiguas y de madera, pasamos miedo porque tenemos animales...toda nuestra vida está aquí", subrayaba Carmen.

Los trabajos del invierno fueron un muro de defensa en los límites de algunas aldeas, aunque los desbroces no bastaron, sin la entrega de vecinos y de numerosas brigadas de varios distritos y grupos municipales conveniados. "El monte estaba cuidado, pero una vez que el fuego llega con esa intensidad, es imposible". Un prado detuvo el fuego en Portamieiro (Vilamarín) y en el monte superior a Regueira Grande, la vegetación de monte baja desbrozada o devorada por las vacas, libró de males mayores. El fuego se quedó a pocos metros de dos alpendres y afectó a tendido eléctrico y unas colmenas.

Inicio al pie de carreteras

Las llamas comenzaron a las 16,37 horas del domingo y los primeros medios aéreos sobrevolaban los focos, según los vecinos, pasadas las cinco. Hasta cuatro fuegos presuntamente provocados, según Protección Civil, diseminaron la madeja de bosques y pistas de asfalto entre las carreteras N-525, N-540 y OU-901 hasta quemar 200 hectáreas, medio millar según fuentes del operativo de extinción.

Monte comunal pero sobre todo repoblaciones de pinos y robles, eucaliptos y también ejemplares centenarios de robles y castaños, han quedado calcinados. Un manto negro alfombra ambos lados de la carretera entre Cea y A Barrela, que tuvo que ser cortada en un primer momento. A la altura de Portamieiro supuestamente se iniciaron los primeros focos. Una mujer de la aldea que regresaba a Vigo encontró una columna de humo, paró el coche y logró extinguirlo con botellas de agua, ramas y sus pies. Vio un coche que huía, pero no pudo anotar la matrícula. "Pasa año tras año en la zona", se duelen los vecinos.

Según el alcalde de Vilamarín, Amador Vázquez, "preocupado y desolado", la misma zona sufrió cinco fuegos intencionados el domingo que pudieron ser obra de dos autores. A primera hora de ayer, cuando aún había rebrotes del principal, controlado poco ante de las cuatro de la tarde, saltó otra alarma en la zona próxima Pitón, al pie de la carretera N-540.