La reordenación de espacios en la Diputación ha sacado a la luz muebles clásicos y antigüedades que el gobierno provincial no está dispuesto a seguir arrinconando en algún almacén. Armarios, bancos y chineros con décadas de historia se han despojado de las telarañas para exhibirse lustrosos en los pasillos del pazo provincial.

Entre los hallazgos que se encontró el arquitecto que proyecta la reforma, José Ramón Rodríguez Nóvoa, está también la placa de mármol que la corporación de 1907 encargó en homenaje a Gabino Bugallal y Araújo, diputado en las Cortes y exministro de Instrucción Pública como muestra de gratitud por haber recibido del Estado el reintegro de 685.592 pesetas por anticipos para la construcción de la carretera de Villacastín a Vigo, la primitiva conexión con Madrid. La importancia de aquella obra para la provincia propició que la vía, a su paso por la ciudad y por la propia Diputación, se llamase Progreso. Años más tarde cambiaría su nombre por el de General Franco, y en la actualidad, recuperada la toponimia original, sigue siendo la principal arteria de la ciudad.

La lápida, que ahora viste las sobrias paredes del Rexistro Xeral, estaba tirada en el suelo en las dependencias de la planta baja, en las que actualmente se acomete el traslado de los legajos y oficinas del Archivo a la antigua biblioteca. Provisionalmente, los trabajadores de esta sección se han instalado en la primera planta.

La reordenación de espacios en la Diputación comenzó en la última etapa del expresidente José Luis Baltar, que ordenó el traslado de la biblioteca al Centro Cultural Marcos Valcárcel. A partir de una propuesta del entonces diputado nacionalista Xosé Manuel Pérez Bouza, se decidió mantener el uso cultural de este espacio y se pensó en trasladar el Archivo histórico, hoy unido a Publicaciones en un mismo negociado. Entre las reformas recientes se recuperó la fachada que ocupó durante años una zapatería y se demolió el anejo del patio interior.