El asesino de la estricnina, José Luis Lamelas Álvarez, vuelve a ser culpable. Por segunda vez. Por unanimidad. Tras cuatro días de juicio repetido y después de seis horas de deliberaciones en la Audiencia de Ourense, el tribunal popular lo declaró ayer responsable de envenenar a su convecino y exsocio ganadero, Felisindo González, al que odió durante años. En el contexto, denuncias, amenazas y enconadas relaciones que enfrentaron a dos familias y atemorizaron a la aldea de Castro de Escuadro (Maceda), exponente del rural de montaña en la sierra de San Mamede. "El percance", como recuerdan el crimen los vecinos, sigue arraigado en el tuétano.

Año y medio después del primer juicio, y con el precedente de que el dictamen inicial fue tumbado por el Supremo, el nuevo jurado ha dado validez a la versión de las acusaciones sobre una maquinación criminal de Lamelas, que tendió una trampa mortal con una botella de vino combinada con veneno, un potente tóxico prohibido en toda la UE pero presente en el idiosincrásico mundo rural para matar alimañas y lobos. Su enemigo, al que había amenazado con quemarle la casa tal y como rememoró la familia -"no podía ser otro, nos hizo la vida imposible", confesó la viuda-, se la llevó sin desconfiar a casa. Un solo sorbo le causó una muerte atroz. "Voy a morir como un perro envenenado", dijo a su esposa en su dolorosa agonía.

El asesino, libre desde enero, será castigado a una condena de 15 a 17 años de prisión por el envenenamiento de la estricnina. Por 8 votos a 1 -el único punto en el que no hubo unanimidad-, el tribunal refrenda la tesis de que Lamelas colgó en la cercado de la finca donde la víctima acudía diariamente a cuidar el ganado una bolsa con el vino mezclado con estricnina, junto a latas, cerveza y mandarinas que restaban sospechas.

El paraje ganadero no solía ser frecuentado por nadie más. En el suelo dejó restos para dar la sensación de que otras personas habían estado allí comiendo. Era día de caza. Lamelas, aprueba el jurado, conocía las costumbres de su víctima por los años en los que compartió negocio e incluso vivienda hasta que su sociedad quebró.

El tribunal rechazó, con un voto unánime de los nueve miembros, la versión del acusado y la defensa de un despiste o un olvido- por haberse detenido a recoger setas ni tampoco comparten que su intención fuera la de envenenar jabalíes.

La viuda y los familiares del asesinado acogieron el veredicto entre abrazos y lágrimas, como la primera vez. Fiscal y acusación particular reclaman la pena mayor del arco, mientras que la defensa, que trató de inocular al jurado la duda razonable de que la muerte se produjera por un fatal descuido, solicita la pena mínima, 15 años para un asesinato. El letrado, no obstante, confirmaba posteriormente a los medios que agotará la posibilidad de recursos. La primera vez cejó y tuvo resultados. El TSXG validó el fallo inicial dictado en 2011 pero el Supremo terminó tumbando la primera condena, en diciembre pasado, dando lugar un mes después a la liberación del asesino del veneno.

Lamelas sigue y seguirá en libertad, al menos por el momento. La acusación particular no adelantó ayer si solicitará su ingreso inmediato entre rejas cuando la magistrada presidente de este tribunal, Amparo del Olmo, plasme el segundo veredicto de culpabilidad en una sentencia. La resolución, en todo caso, no será firme. La defensa considera que no cabe la petición de entrada inmediata en la cárcel de José Luis Lamelas. En los últimos 4 meses, desde que la Audiencia lo liberó tras la marcha atrás ordenada por el Supremo, el acusado cumplió "a rajatabla" con las medidas impuestas. Tiene prohibido acercarse o comunicarse con las víctimas, así como regresar a la aldea de Castro de Escuadro. Cada sábado debe comparecer en los juzgados de Verín, donde tiene su residencia habitual.

Lamelas fue detenido en octubre de 2010, casi un año después del crimen. Cayó tras meses de laboriosas investigaciones. El asesino de la estricnina permaneció más de dos años -hasta enero pasado- entre rejas.