Las trabajadoras del Concello de Ourense estafadas por su propia compañera desbordaron todo la impotencia y la rabia depositadas durante meses. "Nos enteramos tiempo después, cuando nos empezaron a llamar desde las financieras para reclamarnos el dinero. Estamos en lista de morosos, no podemos pedir un crédito, los bancos no paran de presionar; yo estuve un año de baja y todavía sigo a tratamiento por depresión", recordó una de las mujeres.

Cuando la acusada abandonó la sala tras confesar el delito continuado, con la cabeza al suelo y el rostro detrás de unas amplias gafas de sol, le arreció toda una lluvia de reproches. "Estafadora, ladrona, no te escondas", gritaron sus antiguas compañeras y las personas de su entorno que acudieron al juicio en el Penal Número Dos. Tras el acuerdo de conformidad de ayer, solo queda que sea plasmado en una sentencia. Las perjudicadas, con un documento firme con el que acreditar su solvencia en los bancos, se librarán entonces de su carga.

"Aún encima presumía"

Las funcionarias recuerdan cómo la condenada negó en un primer momento haberlas engañado. "La llamó por teléfono para pedir explicaciones y dijo que era mentira y que no había pedido nada. Hasta que la Policía Judicial sacó todo a relucir. Tenía una cuenta en Caixa Catalunya donde ingresaba todo. Se pegaba la gran vida, comprando muebles y coches, haciéndose extensiones, yendo al solárium..."

Las mujeres le reprochan que "se reformó el piso y se fue de vacaciones. Aún por encima presumía y nos venía a enseñar lo que había comprado".