Como marca la tradición, en la jornada de ayer la localidad de Allariz volvió a rendir fe festiva a Xoán de Arzúa, con esa procesión a la que cada año se suma más gente, en esta ocasión superaban con creces el millar.

Y si el protagonismo es de Xan de Arzúa, cuando se escucha el grito de fiesta: "¡Arriba o boi!, Allariz se transforma, conjugando aquella época de principios de siglo XIV, recreada con los participantes vestidos al uso, y los que con uniforme de corredor se arriman al boi controlado con una cuerda por los maestros de ceremonias.

Y de nuevo, como si no pasase el tiempo, vuelta a 1317, cuando el caballero Xan de Arzúa, cansado de que los judíos de la villa se burlasen de los cristianos en la procesión de Corpus, apareció a lomos de un buey para ahuyentarlos.

Pues ayer, como cada año, la villa alaricana acogió esa tradicional y la colorista "procesión de Xan de Arzúa", que escenifica el origen de esta celebración con arraigo en las gentes de esta tierra, y a la que se suman muchos visitantes.

Y después del paseo, como establece el guión de la leyenda, a seguir con unos festejos que se prolongarán durante nueve días, en la que todos, sin importar la edad saldrán a "correr o boi" y a disfrutar de un programa festivo con sello propio.

En Allariz no hay chupinazo, pero el camino de fiesta se inicia cuando el "correxedor" de honor entregaba el sedeño con el que se guía a los animales a la figura del fiscal, gesto que simboliza la autorización para que comience la celebración.

En esta edición, el corregidor de honor fue Francisco Javier Feijóo, vecino de Allariz, al que se le reconocía así su implicación y trabajo en la organización de la fiesta en los últimos años.