A José Fernández Blanco, más conocido por su apodo de "Paspayo" y sus múltiples escarceos con el narcotráfico, la moneda le volvió a salir cara en noviembre de 2011. Una cuchillada de un viejo amigo que se había llevado a su casa a su joven pareja sentimental casi le cuesta la vida. La víctima ya lo había denunciado por amenazas aunque luego retiró la denuncia. El presunto agresor, Angelo Alexandre O.C., en prisión preventiva y a la espera de sentencia en otro juicio por malos tratos, le clavó un cuchillo de cocina en el pecho muy cerca del corazón. El metal le rasgó un pulmón y le causó una hemorragia.

Tras ser operado y después de días de convalecencia en la UCI y en planta del hospital, Paspayo salió del trance y no era la primera vez. En 2001 sufrió un intento de rapto frustrado, en 2003 sobrevivió a un atentado con bomba a la puerta de su casa por haberse parado a tomar una copa en un bar, y por otra trifulca, se encuentra imputado de un delito de lesiones. Fernández Blanco, uno de los históricos traficantes de Ourense, era ayer la víctima en el mismo tribunal que lo condenó en los noventa por un alijo de heroína de 1,5 kilos. Su presunto agresor argumenta que la puñalada en el pecho fue "un accidente".

El acusado se escuda en que actuó con "miedo" y en legítima defensa, para protegerse a sí mismo, a su hija de diez años y tras ver, además, como Paspayo intentaba sacar de su casa, por la fuerza, a su compañera sentimental. Los tres habían estado de copas por Celanova pero, después de un altercado entre los dos hombres, en torno a las dos de la madrugada, Paspayo se quedó solo y empezó a buscar a su novia.

Llevado por un joven que a la postre fue el que llamó a la ambulancia, Paspayo se presentó en la vivienda del brasileño, donde estaba también su pareja. La agarró por los pelos, una agresión machista que todos reconocieron ayer en la vista. El brasileño, que alega que estaba borracho -la médica del centro de salud lo descartó- asegura que bajó a la entrada de la vivienda alarmado por los gritos de su hija menor , presente en casa, y que conminó al narco de Celanova a que se marchara. Al que le hacía caso omiso y después de un supuesto puñetazo en la cabeza, alexandre acudió a la cocina a por un cuchillo -que nunca apareció-, con la intención de amenazarlo, no de clavárselo en el pecho, según su versión. Un empujón o una acometida de Paspayo desencadenaron la lesión, según dice. Sin embargo, la víctima sufrió cortes en un pulgar que acreditarían su intento de defenderse y esquivar el ataque.

El acusado sostiene que la lesión se la causó "Paspayo" al abalanzarse sobre él. "Sería como explicar un puñetazo diciendo que alguien golpea el puño de otro con su ojo", retrató el abogado de la acusación particular, quien comparte la petición de seis años de cárcel por intento de homicidio realizada por el fiscal, aunque eleva la solicitud de indemnización a unos 90.000 euros. La fiscal considera que la tesis del "miedo" y la legítima defensa no se sostiene. "

Si fuera así hubiera llamado a la Policía o al 061 y no le habría abierto su casa, ni llevado a su compañera a su vivienda, en la que además tenía sistema de vigilancia". "Se vio en la obligación de defender a las dos personas que estaban en su casa y a sí mismo", argumenta el abogado del brasileña, que solicita una eximentes de legítima defensa, intoxicación por alcohol, allanamiento de morada y "miedo insuperable". El letrado pide, a lo sumo, que solo se admita delito de lesiones imprudentes.

Paspayo sostiene que el ataque fue casi instantáneo tras su aparición en la casa y su intento de llevarse por la fuerza a su novia. La mujer ratificó su versión. El narco de Celanova afirma que el acusado, además, lo dejó desangrándose en su entrada. "Me metió el cuchillo, cerró la puerta y punto". La víctima llevaba tres prendas y aún así el cuchillo se abrió paso por el tórax y afectó a un pulmón. De no haber sido atendido de urgencia habría muerto, tal y como confirmaron médicos y forenses.

Los agentes de Guardia Civil confirmaron ayer que el presunto agresor estaba metido en su cama cuando acudieron a la vivienda, pasados pocos minutos. El hombre, según dijeron, estaba tranquilo y, aunque olía a alcohol, no aparentaba ebriedad.