Tras ser arrestado y puesto en libertad con cargos -aunque él asegura no haber pasado por el juzgado- Juan Luis L.R. despachaba ayer como un día cualquiera en su farmacia de Celeiros, concello de Chandrexa de Queixa, en el corazón del macizo central ourensano. El boticario ha sido imputado por una presunta estafa continuada con el objetivo de incrementar su facturación. Además, agentes de la Guardia Civil lo observaron arrojando a la basura, pese a su elevado poder tóxico y contaminante, envases con medicamentos. Los guardias localizaron más de 350 cajas con un coste de unos 10.000 euros. El licenciado declinaba ayer hacer declaraciones a FARO y desde el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Ourense anunciaron contactos con el Sergas para estudiar medidas.

La presunta irregularidad fue descubierta a partir de la denuncia de un vecino el pasado mes de febrero. No era la primera vez que el hombre veía en el contenedor de materia orgánica envases de medicamentos. Según las fuentes, el particular creyó la primera vez que podía deberse al depósito realizado por un vecino tras la muerte de un familiar. Pero el vertido en la basura de medicinas continuó. El hombre lo constató dos veces más y decidió avisar a la Guardia Civil. El caso que propició la detención del farmacéutico fue bautizado como "operación insulina".

Tras la denuncia, agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil localizaron varios envases. Los agentes hicieron un seguimiento exhaustivo y, apostados, llegaron a observar al titular de la farmacia de Chandrexa desechando cajas de medicamentos en un contenedor próximo a la botica.

La Guardia Civil encontró indicios de un presunto delito de estafa en colaboración con el Sergas, analizando cuestiones como las facturaciones de la farmacia, la tipología de los medicamentos o la trazabilidad.

Según el instituto armado, el detenido revisaba los números de la Seguridad Social de los clientes de la farmacia para comprobar los medicamentos que tenían prescritos. Después, presuntamente Juan Luis L.R. preparaba paquetes con todos los medicamentos, les retiraba el cupón precinto y los enviaba al Colegio de Farmacéuticos de Ourense para justificar la supuesta facturación fraudulenta.

Una vez realizados esos trámites, el licenciado almacenaba los medicamentos durante un tiempo. Tal y como sostienen los investigadores, si los pacientes no acudían a retirarlos a la botica, el hombre los desechaba arrojándolos al contenedor de basura. De esa manera se aseguraba la venta de todos los principios activos prescritos.

Además de la presunta estafa, el imputado se enfrenta a una infracción medioambiental. Las medicinas deben depositarse en los denominados puntos Sigre instalados en las farmacias -hay 182 en la provincia de Ourense- para garantizar la correcta gestión de los envases y restos de medicamentos innecesarios o caducados.