A lo que ahora bautizaron como "gastos impropios", y que incluyen la compra de ginebra, ron y whisky, lo desconocían varios ediles del grupo de gobierno socialista, que confirmaron las sospechas que tenían sobre la utilización de esos fondos públicos que llegaban a través de la asignación correspondiente, una vez que le fuera entregada la contabilidad después de solicitarla vía registro.

Y aunque se implantó por parte de la cúpula socialista la ley del silencio, con acompañamiento de escenificación de unidad para atajar la repercusión que tuvo la revelación de esos gastos, que van más allá de la compra en supermercados de bebidas alcohólicas y comida para fiestas, lo cierto es que están identificados los que, desde su responsabilidad en el gasto y control de esos fondos públicos, luego se vieron obligados a pedir disculpas a los ciudadanos.

Es por eso que la exigencia de los nacionalistas de que se depuren responsabilidades, fundamental para evitar la reprobación y petición de dimisión del alcalde socialista Agustín Fernández, y que se resume en una corta pero contundente frase del portavoz del BNG, Xosé Somoza: "Alguien -del grupo socialista- se tendrá que marchar para casa", sigue a la espera de concretarse.

Por lo de pronto, Agustín Fernández aseguró ayer, nada más concluir la junta de portavoces, que sobre la petición del BNG, y en un intento de ganar tiempo, que se trata de una decisión que corresponde a los órganos del partido, aunque con anterioridad señalaba a "altas instancias".