Los trabajadores de T-Solar no tienen intención de rendirse. Se enfrentan al cierre definitivo de la planta fotovoltaica y a un ERE extintivo que sumará 170 personas más al paro. La empresa que recibió en cinco años de vida 65 millones de euros de fondos públicos con la condición de que mantendría a su plantilla hasta junio de 2014 está en concurso de acreedores y no ha mostrado hasta el momento intención alguna de negociar alternativas.

El comité de empresa informó ayer a los afectados en asamblea de que la Xunta les apoya y que la Consellería de Industria ha exigido a la empresa que no cierre y que busque una solución o de lo contrario reclamará sus aportaciones por incumplimiento.

Pero esto no es suficiente y los trabajadores quieren más apoyo político. Tras la asamblea se armaron de trompetas, bombos y silbatos y con sus camisetas naranjas se fueron hasta la Diputación donde se concentraron frente a la fachada. El presidente Manuel Baltar se comprometió a recibirlos el martes y ya avanzó que "estoy dispuesto a ayudar en la medida de lo posible". Esta institución aportó a través del Inorde el suelo en el que están instalada la fábrica.

La marea naranja acudió también al Concello, donde se celebraba un pleno. El alcalde, que escuchó el rebumbio en la Praza Maior les deseó "sorte e forza". También los recibirá la semana que viene.