La defensa dice que el hombre llevaba meses sin medicarse y argumenta, para oponerse a la acusación, un episodio sufrido en 2011. En julio de aquel año año el acusado ingresó en el hospital por una descompensación psicótica en la que le detectaron un delirio persecutorio. En varias ocasiones, manifestó a su familia su necesidad de protegerlos, incluso si esto implicara el hecho de hacerlos desaparecer para evitar su sufrimiento, tal y como determinaron los médicos.

Esa conducta se repitió el día de los hechos, a criterio de la abogada. El acusado estaba ayudando a su progenitora a hacer la cama y, según esta versión, de repente se abalanzó sobre ella y comenzó a abrazarla fuertemente mientras le decía "Te quiero mucho, te quiero mucho". Mientras repetía esa muestra de cariño, continúa la abogada en sus argumentaciones, el hombre le apretó el cuello con las manos sumido en "un delirio de perjuicio que afecta a su capacidad intelectiva y volitiva". También se basa la defensa en que el ataque no causó lesión alguna.

La defensa justifica que el hombre actuó "bajo un brote esquizoide" a causa de no haber seguido el tratamiento pautado para su patología. Tenía anuladas, insiste, sus capacidades. "Ha de considerarse totalmente inimputable y exento de responsabilidad penal al no ser consciente de las posibles consecuencias de su conducta", sostiene la abogada defensora en el escrito remitido hace apenas unos días a la Audiencia Provincial de Ourense.