Un domingo de Pascua de Resurrección de cierra la Semana Santa con la "procesión del desplante", al que contemplan ya más de cien años, y que de nuevo escenificó el distanciamiento que se produjo entre el obispo y al Corporación municipal que no quiso pagar el coste de la reparación de las empinadas escalinatas que conducen a la iglesia de Santa María Madre, situada al lado del Concello.

Desde ese mismo momento, y como medida terrenal, tras la tradicional procesión de Santa María Madre, el cabildo catedralicio, decidió que los miembros de la Corporación municipal se queden en la plaza, a pie de escalinata, mirando cómo suben a la santa, un acto que el pueblo rebautizó como "procesión del desplante".

Es por eso que ayer se siguió el guión establecido dentro del programa que marca la Semana Santa. La imagen de Santa María Madre partía con dirección ala catedral, en donde se celebró la misa de Resurrección del señor, y posteriormente ser portada en andas por agentes de la Policía Local de nuevo a su emplazamiento original, la iglesia que lleva su nombre.

La representación de la Corporación, en esta ocasión como alcaldesa en funciones, Áurea soto, junto con ocho concejales más, acompañaron la imagen en un acto presidido por el obispo de Ourense, Leonardo Lemos, junto con muchos fieles que participaron en una procesión que en está ocasión se pudo celebrar al no hacer acto de presencia la lluvia, como había sucedido en otras ocasiones.

Y como no podía ser de otra forma, al llegar a la Plaza Mayor e iniciarse el ascenso por las escalinatas, se mantuvo el rito que en con el paso del tiempo forman parte de una tradición religiosa.

La Virgen fue izada en andas escaleras arriba por agentes de la Policía Local hasta la iglesia de Santa María Madre, en donde permanecerá hasta la próxima Semana Santa, mientras el obispo y otros sacerdotes subían dándole la espalda a la corporación que quedó castigada abajo mirando hasta que la imagen de la virgen entró en el templo, aunque antes, y como el distanciamiento, se fue suavizando a los largo de los años, se produjo el saludo entre el obispo y los miembros de la Corporación que consistió en un movimiento de cabezas.

Antes, al finalizar la misa solemne, los miembros de la corporación habían entrado en la catedral para acompañar la imagen de la virgen, y recibieron el agradecimiento expreso por acudir a la procesión, además de desearles que, como representantes elegidos por el pueblo, acierten en las decisiones que deben tomar por el bien de todos los ciudadanos.