La antigua capilla y museo de Santo Ángel, del arquitecto Daniel Váquez Gulías, dejará de ser un vigía escondido de O Couto para abrirse al barrio y convertirse en su emblema a través de un proyecto de rehabilitación de todo su perímetro vial dotado con 2,2 millones de euros, a desarrollar en cuatro fases, y que reconvertirá su entorno urbano con nueva pavimentación, varias vías peatonales y un gran parque público en el terreno colindante de Malingre, que fue también signo del despegue fabril de O Couto en el pasado siglo.

El proyecto que acaba de aprobar el gobierno local se llevará a cabo dentro de una iniciativa municipal de mayor envergadura: la creación de una ruta turístico-cultural que pretende impulsar y descubrir a la ciudadanía el importante legado que dejó en la ciudad el arquitecto ourensano Daniel Vázquez-Gulías (1869-1937), "padre" de algunos de los edificios que embellecieron la ciudad y fueron símbolo del poderío económico de la burguesía emergente de finales del siglo XIX y principios del XX.

Primero, rúa do Ensino

La concejala de Urbanismo, Áurea Soto, presentó ayer el proyecto aprobado en la Xunta de Goberno Local y que prevé un plan de rehabilitación en cuatro fases. La primera de ellas incluirá la pavimentación y peatonalización de la rúa do Ensino para unir la Fundación Villanueva, allí ubicada, con el entorno de Santo Ángel.

La segunda fase aborda la pavimentación de la calle Ervedelo, a la altura de la fachada del Santo Ángel. La tercera consistirá en la mejora de espacios peatonales y reorganización integral de calle Vila Real, colindante también al Santo Ángel y en la cuarta se recuperará todo el espacio ajardinado situado entre el edificio de Santo Ángel y la avenida de Portugal, donde hoy se encuentra la antigua fundición Malingre y sobre el que se levantará el Parque Malingre.

Soto explicó que la solución adoptada para abrir todo este núcleo neurálgico de Santo Angel elaborada por el equipo de Mario Crecente, que ha llevado a cabo alguno de los proyectos termales más importantes de la ciudad, propone la peatonalización de la rúa do Ensino que se hará de forma "¡parcial y progresiva", indicó Áurea Soto. El espacio que resulte se dividirá en cuatro franjas longitudinales. Las dos vías centrales serán destinadas a vehículos, una más estrecha con pavimento de adoquín se reservará para estacionamiento y las laterales para el tránsito de peatones. Estarán separados ambos viales por una cota de 6 centímetros de altura, por lo que a medio o largo plazo todo el tramo se podrá convertir en peatonal.

En la calle Vilareal, la que hoy acoge la parada de taxis de O Couto, se hará una modificación de sección. Ahí también se mantendrán los tres carriles de tráfico rodado, pero se harán aceras más grandes y se reorganizará todo el área de estacionamiento

La reforma de la calle Vilareal incluye también la sustitución del actual muro de piedra que da al Santo Ángel y que hoy supone un estorbo visual para integrar este importante conjunto de capilla y museo con el resto del barrio, en uno de los puntos más dinámicos del mismo. Se pondrá en su lugar un muro más ligero, que permita la visión de la fachada oeste desde el exterior.

El proyecto de remodelación exterior no acaba ahí, según explicó Áurea Soto, sino que incluye una nueva plaza ajardinada, organizada en diferentes plataformas elevadas, totalmente accesible entre sí, así como la mejora de accesos.

También se propone en este tramo la apertura de un pasadizo que conecte esta plaza con la calle Vilareal, creando así un recorrido accesible desde esta vía de O Couto a los futuros espacios de esparcimiento.

El legado de una marquesa

Este proyecto, que pondrá en valor el edificio del Santo Ángel que da nombre ahora al colegio religioso anexo, recupera la historia de fue su propietaria, Ángela Santamarina, marquesa de Atalaya Bermeja, más conocida como Angelita Varela. Ella fue la que encargó a Vázquez-Gulías allá por el año 1925 una capilla en O Couto para guardar los restos de sus familiares fallecidos y un museo para exponer los recuerdos de familia.

Sensible con la miseria de su entorno, decidió además abrir allí un asilo para niñas húerfanas, cuya gestión puso en manos de las Calasancias. Doña Angelita, como se la conocía, no olvidó su propio origen, pues su padre, el ourensano Ramón Santamarina, se crió en un orfanato e hizo gran fortuna en la emigración argentina.

Al enviudar Ramón decidió enviar a sus hijos, entre ellos Ángela, a Ourense, para que, una vez huérfanos de madre, fueran criados por una tía.