Comenzaba el mes pasado a citar los negocios instalados en los jardines del Obispo Cesáreo, y haciendo justicia (espero) a su belleza, empecé por el kiosco mudéjar que Andrés Perille y Constantino Álvarez solicitaron construir en la plaza. Es posible que su nacimiento tuviera que ver con la necesidad de un local que sirviera de "administración" para las líneas de autobuses que de allí partían, pero que se sepa, durante su existencia siempre se utilizo como kiosco de prensa y venta de refrescos.

Hubo otros kioscos en la plaza; el redondo acristalado que muchos recordamos de nuestros años mozos, situado en la esquina del obispado lindando con Progreso, y el actual, situado también en Progreso, pero próximo a la antigua Farmacia Román.

En la esquina con Progreso, en su día estuvo la Farmacia de los Román, (en ella don Aurelio fabricaba su afamado vino reconstituyente), aunque posteriormente se trasladó al local que ocupa hoy, para dejar paso a la firma Román Saco y Cía.; desde 1910 dedicada al negocio de droguería y distribución de medicamentos; (la crearon Modesto Román (farmacéutico), y Antonio Saco y Arce (abogado), dos apellidos de los de arraigo en la ciudad y aún a día de hoy con fuertes vinculaciones con ella.

Quimi-Cuevas (droguería), el pequeño estudio fotográfico de los padres del amigo Mazaira. El precioso edificio que ocupó Caixa Ourense, (hoy Nova Galicia Banco), albergaba la vivienda y almacén del comerciante textil Alfonso Junquera Devesa, el Hotel "Barcelonesa" (Barcelona), la pensión de los padres del amigo Ojea, y alguna más que le hacían la competencia, conforman la lista de negocios en el tramo abierto de la avda. de Pontevedra.

Intencionadamente no he citado a los que más ambiente aportaban a la zona, se trata de las cafeterías que en el entorno de los comienzos del siglo XX, reunían a los ourensanos que buscaban un momento de diversión: El Regio, del que siempre me recuerdan que cambio durante un tiempo su nombre por el de Riego, con poco gasto en pintura; La Unión de José Rodríguez Santos, mecenas del Orfeón en sus primeros años, (aprovecho para mencionar su presencia durante muchos años en este mismo local) y El Victoria que aunque pasaba mas desapercibido tenía sus parroquianos, (hubo también un Iberia, pero sospecho que realmente fue un cambio de nombre).

No puedo evitar citar alguno de los negocios que ocuparon la prolongación de la plaza, dado que muchos de ellos aún continúan en nuestra memoria: los ultramarinos Plus Ultra (nacido en el 1932 de la mano de Javier Vázquez Lalín), el estanco de Elina Malingre, (de tan grato recuerdo (a pesar de la sopa que recomendaba me dieran?) La peluquería París a la que tantas veces acudí acompañando a mi padre, Almacenes la Verdad, La fábrica de capas de Camilo Pardo, "La Equidad", ya llegando a la plaza Mayor.

Me olvidaba y no con intención, de la redacción del diario El Derecho, donde en una revuelta (se la llamo "de las verduleras", por ser estas las que protestaban por el aumento de los impuestos a sus productos), supuestamente de forma accidental resulto muerto el médico y redactor del diario, Arturo de La Torre.

La zapatería de Sueiro, la consulta del dentista y abuelo de médicos García del Villar, la relojería de Otto Bodmer, o la camisería de José María Rodríguez.

El primer inquilino del Kiosco fue don Modesto Moure, quien como podéis ver en el anuncio publicitario más parecía que vendía sabanas que periódicos; tal era en aquellos años el tamaño de los diarios. Le sucedió en el puesto José Rodríguez Faílde quien invirtiendo los ahorros obtenidos como emigrante en Cuba adquirió la propiedad. Desgraciadamente fue víctima de la intransigencia de algunos de sus semejantes y como me contaba su nieto Alfonso Rodríguez "por tener unas ideas demasiado progresistas para la época", sufrió unos días de prisión ya en el 34, y nada más comenzar el "alzamiento" de forma "accidental, se quemó el quiosco" .