"Hay un antes y un después en el PP de Ourense y lo ha querido escribir el presidente con esta lista, de todos y pensada para crecer". Lo dijo la diputada Ana Belén Vázquez tras conocer el nuevo equipo de Manuel Baltar, que ayer también escribió un antes y un después para el baltarismo, una corriente en caída libre que ahora se precipita a mayor velocidad.

El otrora patrón que se movía con soltura entre las masas cosechando vítores y abrazos no se dejó ver en el congreso provincial en el que su hijo fue reelegido presidente. José Luis Baltar ya no es militante porque causó baja temporal al estar imputado en un proceso judicial pero nadie lo esperaba siquiera como padre que asiste a la fiesta de su hijo. Si acudieron su madre, Alicia Blanco, y su hermano, además de su mujer y su hija pequeña.

La esposa del exbarón asistía por primera vez a un acto del partido sin la compañía del que nadie duda en calificar como "referente" pero que ayer solo fue recordado en el silencio. Salvo un apunte del secretario provincial, Rosendo Fernández, una mención anecdótica del expresidente de la Xunta Gerardo Fernández Albor y una alusión a la genética a cargo del presidente provincial de Lugo, Xosé Manuel Barreiro, nadie le nombró. Ni siquiera su hijo, Manuel Baltar, en ninguno de los dos discursos que pronunció, antes y después de ser reelegido. Sí mencionó a Manuel Fraga y a los que fallecieron durante estos últimos tres años como Victorino Núñez o Odilo Masid, pero ni una sola palabra sobre José Luis Baltar, el hombre que presidió el partido antes que él durante 20 años. Lo más cerca que estuvo de mencionarle llegó al final de su intervención cuando agradeció el apoyo a su familia y dijo que conoce la política "desde dentro, desde que nací", apuntando después que antes de llegar a donde ahora está "pasé por todos los órganos del partido".

Este mutismo no pasó desapercibido para nadie en el cónclave y puso la guinda al pase de un vídeo-resumen de los tres últimos años de mandato en el que se sucedieron a toda velocidad imágenes de Manuel Baltar en los diferentes actos en los que participó. Varias veces con Rajoy y con Feijóo, con su madre, con su esposa, con sus hijas, pero en ninguna con su padre.

Este gesto, unido al catálogo de 79 nombres que pacifica la relación del baltarismo con los críticos removió en sus asientos a muchos de los afines que le apoyaron hace tres años con uñas y dientes. La integración no ha calado entre parte de la militancia que se siente engañada ante una lista en la que no ve renovación, sino recuperación de los que en 2010 quedaron fuera por apoyar al otro candidato.

Algunas voces consultadas en el congreso interpretan que Manuel Baltar ha cedido a las presiones de Feijóo para salvarse a sí mismo. De hecho, creen que la lista no es funcional sino que se rinde a las directrices marcadas por el presidente autonómico y que de baltarismo lo único que queda "es el nombre del presidente".

Es por eso que más que los nombres de los que integra, algunos de los afines se fijan más en los que ya no están. En efecto, desaparece el exsenador Juan Martín Amaro, uno de los que más apoyó la candidatura de Manuel Baltar en 2010, así como Avelino Pazos, de Castrelo de Miño, e incluso Juan Rivero, que lo aupó el día que venció a Morán.

El análisis realizado por militantes descontentos con la lista concluye que la batalla no ha quedado en tablas, sino que hay una victoria clara de la línea antibaltarista precisamente en un momento en el que la figura de Baltar padre ha perdido peso.

Desde el lado opuesto, voces críticas vislumbran también el capítulo final escrito por el propio Manuel Baltar.