Maruja, de 84 años, salva como puede, amparando su cuerpo sobre un andador, las distancias y barreras de la casa en la que vive sola en A Veiga das Meás, en una aldea recóndita de la montaña de Vilardevós que repite en la crónica ourensana de sucesos. Hace un año un vecino tiroteó a su mujer y colocó notas por el pueblo haciendo evidente el crimen antes de suicidarse. Ayer, los lugareños conversaban preocupados por el asalto violento en mitad de la noche del que fue víctima Maruja. "Vai haber que ter escopetas na casa", expresaban preocupados los vecinos.

La octogenaria permaneció sin luz ni teléfono, con la puerta forzada y las dos estancias de la casa completamente revueltas tras sufrir un atraco a las tres de la mañana, un caso más que coincide en el tiempo y acrecienta la inseguridad en el rural ourensano, el territorio predominante de una provincia envejecida. Tres individuos encapuchados irrumpieron en la vivienda después de violentar la puerta de entrada, abordaron a la mujer a punta de pistola y terminaron consiguiendo 800 euros que la anciana tenía en un cajón.

Ourense acumula 665 casos en solo un año -casi dos al día- entre robos con fuerza en domicilios y atracos con violencia e intimidación. Las características de este hecho ofrecidas por la víctima se asemejan, según fuentes de la Guardia Civil, a la de dos atracadores que el martes abordaron a una tendera en Cartelle, armados con pistolas y un cuchillo, en el momento en el que la mujer se disponía a cerrar el comercio.

Horas sola sin luz ni teléfono

Con Maruja los tres individuos, encapuchados, no tuvieron el menor miramiento. Abordaron a la mujer a las tres de la madrugada cuando se encontraba en la cama. Los ladrones cortaron el suministro de luz y también el teléfono, un servicio que ya no funcionaba en la aldea, al parecer, por un robo registrado hace días de cable de cobre.

Los ladrones la obligaron a salir de la cama y de inmediato le exigieron el dinero. La señora negó en un principio que guardara efectivo en la casa. Uno de los atracadores la abofeteó. Uno de los ladrones, la que la obligó a levantarse de la cama y a sentarse en el sofá, era el que portaba el arma. "Si no nos dice dónde tiene el dinero, le cortamos una oreja con un cuchillo". Se comunicaron en gallego con ella, manifestó.

Los tres asaltantes empezaron a revolver las habitaciones de las dos alturas de la casa -forzaron dos puertas- y encontraron 800 euros tras inspeccionar los cajones. Incluso vaciaron los cojines rasgándolos a cuchillo. Un vecino y una trabajadora de la limpieza -que hace un año se encontró los cadáveres tiroteados- la encontraron cariacontecida y llorando ayer por la mañana. La mujer, nerviosa, aún se dolía del asalto en su casa horas después.

Los atracadores llevaron su actitud violenta hasta las amenazas más extremas. Los tres encapuchados consumaron el robo y, antes de darse a la fuga de la aldea de Vilardevós, le exigieron que guardara silencio y no avisara a las fuerzas de seguridad. "Me dijeron que si llamaba a la Guardia Civil volverían a matarme", sollozaba ayer la octogenaria.