Josefa no sabe leer, lo que le impide jugar al bingo con sus compañeros del hogar del mayores de Cartelle, Ourense, en el que reside. Pero tiene olfato natural para la supervivencia y cuando alguien le pregunta las razones de su más que centenaria alergia al matrimonio, ni lo duda: "¡De homes nada!, eu non quixen nin noivos".

Ella es una de la abuelas de España, junto con la alaricana Francisca Barracel, que acaba de cumplir 110 años. Pero pese a los achaques de la edad, el cumpleaños de Josefa fue ayer una auténtica fiesta, para la que no hizo falta contratar orquesta, pues cantar es otra de sus grandes aficiones, que practica casi a a diario.

"Es la alegría de la casa, le pides una canción y te canta todo el repertorio y en un momento la tienes haciendo palmas", explica Vicenta Freire, directora de la residencia de O Mundil, regida por la Fundación San Rosendo, en la que desde hace 15 años, reside la abuela ourensana de las 107 primaveras.

Con esa afición al cante, a Josefa no le cuesta salirse por peteneras, cuando se le pregunta el secreto de su longevidad, que la ha convertido en única superviviente de su generación "¿secretos?, ¡Dios es el que lo manda todo!", sentencia la abuela. Y ya sin pausas ni tomar enfado ante la corte de periodistas y cámaras que acudieron ayer a festejar su cumpleaños, Josefa se puso a cantar, "na beira, na beira na beira do mar, hai unha lanchiña pra ir a navegar".

Su cabeza es todo un almacén de estrofas de canciones del pasado siglo, que no para de reproducir con timbre de tenor, mientras la directora del centro de mayores intenta hacerse oír para hacer el recuento de los méritos de una de sus huéspedes más especiales. "Josefa se dedicó a la agricultura y a la vida del campo en su Santomé natal, trabajó duro, no tuvo marido ni hijos pero sí sobrinos, y no vino a esta residencia hasta bien cumplidos los 90 años, pues vivió sola muchos años después de la muerte de su padre" .

Pero ahora es una de las más marchosas abueletas de O Mundil, un centro que cuenta en estos momentos con 35 internos, algunos muy dependientes, y otros válidos aunque con limitaciones de movilidad, como Josefa, que participa en talleres de memoria, ejercicios saludables, bingo, música y se apunta a todas las propuestas de la animadora del centro.

"Eran tiempos de miseria y nuestra tía trabajó duro para salir adelante, cuidó vacas, huertas gallinas e incluso tuvo que vender una finca para hacer frente a los pagos de la Seguridad Social", relataban ayer sus sobrinos José y Claudina Álvarez la única familia de sangre, junto con el cuñado de José Antonio Bugallo, que asistió a la fiesta.

El buen humor, pues sufre patologías propias de la vejez pero que no le cursan dolor, es otro de esos "secretos" de la longevidad de Josefa. "Toma todo con muy buen talante, es raro que se enfade y siempre está dispuesta a sumarse a la fiesta, incluso al baile si cuenta con ayuda". Come "casi de todo", y su calendario de vida es tan tranquilo como constante "se levanta temprano, desayuna, acude a las actividades y sobre todo canta y contagia su alegría a los demás", afirma Vicenta. Una orla de cualidades que auguran a Josefa un puñado de primaveras más.