El anegamiento de Aceredo propició que los afectados que quisieron construir una casa nueva metros arriba del embalse pudiesen hacerlo sin dificultad en los montes comunales. "Pudimos elegir el terreno que quisimos y fue gratis", recuerda Cándido Rodríguez, de Aceredo nuevo. Pero gratis entonces, "ahora, en compensación, tuvimos que someternos a una permuta y comprar terrenos en los montes comunales de Lodeiro". Además, este pueblo nacido "en el monte al que traíamos las ovejas antes del embalse", sigue construido sobre terreno rústico no urbanizable, por lo que su situación, cuando menos, es irregular.

Tanto es así que el ayuntamiento no puede conceder licencias para obrar ni se pueden abrir negocios. La alcaldesa María Carmen Yáñez asegura que el nuevo Plan Xeral de Ordenación Municipal, en fase de redacción, prevé normalizar la situación de las alrededor de 20 casas que se construyeron en el Aceredo nuevo, la mayoría ostentosas viviendas de piedra con amplias fincas y grandes cierres que obstaculizan la vida social que sí había en el Aceredo antiguo. Allí, recuerda Cándido Rodríguez, "las casas daban a los caminos y siempre había gente". Su esposa recuerda que "cuando necesitabas algo, ajo o una taza de sal, salías y se lo pedías a la vecina, pero eso ahora no existe".

La alcaldesa asegura que una de las prioridades de su gobierno es la normalización urbanística de Aceredo donde coexisten inacabadas construcciones que se iniciaron cuando sobraban los millones, pero que por diferentes motivos, no se remataron. Incluso está a la venta un edificio con numerosas ventanas que pretendía convertirse en el hotel de una zona que, según promocionaron los empresarios portugueses del embalse, renacería como un territorio rico y próspero.

La alcaldesa de Lobios también anunció ayer que el ayuntamiento ha solicitado a "diferentes asesores jurídicos" e incluso a la FEMP y la federación de municipios con embalses un estudio sobre la posibilidad de exigir a EDP el pago de impuestos por el aprovechamiento del embalse ya que ni Lobios ni Entrimo han percibido ni un solo euro desde la apertura de la central. Una situación excepcional amparada por el convenio firmado en 1968 entre Franco y Salazar.